Del cuaderno de bitácora de FERNANDO ORTIZ:
EL ERIAL FRANQUISTA
Lo normal, cuando se habla del panorama cultural durante el franquismo, es aplicarle indefectiblemente uno de estos dos adjetivos: “páramo” o “erial”. He de aclarar que yo mismo incurrí hace años en tal despropósito, y vino a tirarme de las orejas Aquilino Duque, escritor más avisado en estas lides. El año pasado, en Córdoba, asistí a la entrega del Premio Góngora -que así se llama el premio de las Letras Andaluzas- que fue otorgado al maestro de Antequera José Antonio Muñoz Rojas. Él contestó con unas palabras sencillas de agradecimiento al discurso de la Consejera de Cultura, doña Carmen Calvo Poyato. Mas he aquí que doña Carmen dijo la fatídica palabra (no recuerdo si “erial” o “páramo”). Y Muñoz Rojas, en su plácida contestación llena de agradecimientos, hizo una pausa significativa antes de aclarar a la concurrencia que de “erial”, nada. Que él había trabajado durante el franquismo como vicepresidente de la Sociedad de Estudios y Publicaciones del Banco Urquijo, y que había tenido el honor de oír conferencias y publicar libros de Zubiri, Emilio García Gómez, Dámaso Alonso y una docena de nombres más de esos que representan con dignidad la cultura española en el mundo. No se le ocurrió a doña Carmen Calvo, Consejera de Cultura, antes de dar su discurso, pensar en que el propio Muñoz Rojas había escrito lo más significativo de su obra durante el franquismo. Hay periodistas a los que, sin duda, les funciona más rápido la máquina de escribir que la cabeza. Pero la lengua de los políticos, sin excepción alguna, va unos cientos de kilómetros por delante de su mente.Que el franquismo era una dictadura y que los españoles preferimos una democracia a una dictadura no lo duda casi nadie en este país, y las excepciones confirman la regla. Pero tampoco es cosa de poner en duda una verdad tan patente como es ésta: durante el franquismo hubo, a pesar de la censura y las restricciones políticas, grandes creadores, grandes científicos y una formación escolar y académica de mayor calidad que la presente. Y el ciudadano medio actuaba con una cultura que ya quisiéramos para hoy. La devastación e inseguridad callejeras es, en buena medida, falta de cultura. Y esto no lo digo yo solamente. Lo acaba de decir don Antonio Domínguez Ortiz en un espléndido libro que se titula España. Tres milenios de Cultura, cuya lectura recomiendo sin reservas a aquéllos que quieran informarse de modo riguroso y sintético de la Historia de España. “Escribo estas páginas -dice el autor- con cierto aire de testamento literario, para responder a una demanda imperiosa, para llenar el vacío que deja la ausencia de una auténtica enseñanza histórica en los actuales planes de enseñanza obligatoria”. El último capítulo del libro está dedicado precisamente al franquismo, y quiero recalcar que es la primera vez que leo una valoración realmente objetiva de esta época de nuestra historia. En algo más de veinte páginas de letra pequeña, se nos dicen muchas, muy equilibradas y nada tendenciosas cosas sobre el franquismo. ¡Ah! Y a don Antonio tampoco se le olvida hablar del erial. No se lo pierdan. Viene en la pág. 353.En estos días me llega también, reeditada por La Fundación El Monte, la revista gaditana de poesía Platero, que se publicó desde 1950 hasta 1954. Como ven, en pleno erial. He disfrutado mucho leyendo sus páginas, donde hay traducciones de Eliot, Eluard, Valery, Rimbaud...y colaboraciones hasta el momento inéditas de Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti, Pedro Salinas, José María Pemán, Muñoz Rojas, Ricardo Molina, Pablo García Baena, Luis Rosales, José Hierro, Quiñones, Antonio Gala, Aquilino Duque...Y paro porque podía llenar una página entera solamente con el nombre de los ilustres colaboradores. El Monte ha hecho una tarea impagable de recuperación para la lírica española reeditando esta revista. Ojalá que hoy, que no estamos en un erial, se publicaran unas cuantas revistas de tan alta y sostenida calidad literaria.
EL ERIAL FRANQUISTA
Lo normal, cuando se habla del panorama cultural durante el franquismo, es aplicarle indefectiblemente uno de estos dos adjetivos: “páramo” o “erial”. He de aclarar que yo mismo incurrí hace años en tal despropósito, y vino a tirarme de las orejas Aquilino Duque, escritor más avisado en estas lides. El año pasado, en Córdoba, asistí a la entrega del Premio Góngora -que así se llama el premio de las Letras Andaluzas- que fue otorgado al maestro de Antequera José Antonio Muñoz Rojas. Él contestó con unas palabras sencillas de agradecimiento al discurso de la Consejera de Cultura, doña Carmen Calvo Poyato. Mas he aquí que doña Carmen dijo la fatídica palabra (no recuerdo si “erial” o “páramo”). Y Muñoz Rojas, en su plácida contestación llena de agradecimientos, hizo una pausa significativa antes de aclarar a la concurrencia que de “erial”, nada. Que él había trabajado durante el franquismo como vicepresidente de la Sociedad de Estudios y Publicaciones del Banco Urquijo, y que había tenido el honor de oír conferencias y publicar libros de Zubiri, Emilio García Gómez, Dámaso Alonso y una docena de nombres más de esos que representan con dignidad la cultura española en el mundo. No se le ocurrió a doña Carmen Calvo, Consejera de Cultura, antes de dar su discurso, pensar en que el propio Muñoz Rojas había escrito lo más significativo de su obra durante el franquismo. Hay periodistas a los que, sin duda, les funciona más rápido la máquina de escribir que la cabeza. Pero la lengua de los políticos, sin excepción alguna, va unos cientos de kilómetros por delante de su mente.Que el franquismo era una dictadura y que los españoles preferimos una democracia a una dictadura no lo duda casi nadie en este país, y las excepciones confirman la regla. Pero tampoco es cosa de poner en duda una verdad tan patente como es ésta: durante el franquismo hubo, a pesar de la censura y las restricciones políticas, grandes creadores, grandes científicos y una formación escolar y académica de mayor calidad que la presente. Y el ciudadano medio actuaba con una cultura que ya quisiéramos para hoy. La devastación e inseguridad callejeras es, en buena medida, falta de cultura. Y esto no lo digo yo solamente. Lo acaba de decir don Antonio Domínguez Ortiz en un espléndido libro que se titula España. Tres milenios de Cultura, cuya lectura recomiendo sin reservas a aquéllos que quieran informarse de modo riguroso y sintético de la Historia de España. “Escribo estas páginas -dice el autor- con cierto aire de testamento literario, para responder a una demanda imperiosa, para llenar el vacío que deja la ausencia de una auténtica enseñanza histórica en los actuales planes de enseñanza obligatoria”. El último capítulo del libro está dedicado precisamente al franquismo, y quiero recalcar que es la primera vez que leo una valoración realmente objetiva de esta época de nuestra historia. En algo más de veinte páginas de letra pequeña, se nos dicen muchas, muy equilibradas y nada tendenciosas cosas sobre el franquismo. ¡Ah! Y a don Antonio tampoco se le olvida hablar del erial. No se lo pierdan. Viene en la pág. 353.En estos días me llega también, reeditada por La Fundación El Monte, la revista gaditana de poesía Platero, que se publicó desde 1950 hasta 1954. Como ven, en pleno erial. He disfrutado mucho leyendo sus páginas, donde hay traducciones de Eliot, Eluard, Valery, Rimbaud...y colaboraciones hasta el momento inéditas de Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti, Pedro Salinas, José María Pemán, Muñoz Rojas, Ricardo Molina, Pablo García Baena, Luis Rosales, José Hierro, Quiñones, Antonio Gala, Aquilino Duque...Y paro porque podía llenar una página entera solamente con el nombre de los ilustres colaboradores. El Monte ha hecho una tarea impagable de recuperación para la lírica española reeditando esta revista. Ojalá que hoy, que no estamos en un erial, se publicaran unas cuantas revistas de tan alta y sostenida calidad literaria.
Sobre el "erial": siempre recuerdo (cuando sale a colación este tema) cómo, a la hora en que hoy uno ha de huir de la caja idiota por engendros como AQUI HAY TOMATE, YO SOY BEA, la enésima vuelta de tuerca de Mariñas y la Pestiño, ESCENAS DE MATRIMONIO o el culebrón sudamericano de rigor, en mi infancia la caja (bastante menos tonta entonces) nos ofrecía un Dostoievski, un Jardiel, un Miller, o aquellas magníficas series de Jaime de Armiñán (crítico con el "ancien regime" y fiel seguidor del PSOE, ese PSOE que en 1993, a través de una TVE todavía controlada por el felipismo, haría con su última serie, UNA GLORIA NACIONAL, lo que el franquismo jamás le hizo, emitirla a las tantas de la madrugada en día laborable porque el prime time nocturno "debía dedicarse" a alguna basura para competir con las incipientes cadenas privadas -al menos, las censuras franquistas eran menos repugnantes en su motivación-).
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