18 de julio 18 de Julio de 2009 - 08:31:52 - Pío Moa
Aunque la rebelión contra el Frente Popular empezó el día 17, el 18 quedó como fecha oficial de su comienzo. Según la versión predicada por las izquierdas, se trató de un golpe militar contra un gobierno legítimo y democrático, salido de las urnas. En tal caso deberíamos considerar legítimas unas urnas cuyos votos nunca se publicaron oficialmente, y cuyos parciales recuentos transcurrieron, como consigna Azaña, en una situación en la que "Los gobernadores de Portela habían huido casi todos. Nadie mandaba en ninguna parte, y empezaron los motines". Habría que considerar democrático un Frente Popular constituido por quienes habían intentado golpes de estado cuando perdieron las elecciones de 1933 y en octubre de 1934 se habían alzado en armas contra un gobierno, aquel sí, democrático y salido de las urnas recontadas con normalidad. Habría que considerar legítimo un gobierno que ni cumplía ni hacía cumplir la ley, amparaba un sangriento proceso revolucionario abierto y cometía él mismo un rosario de ilegalidades culminadas en el secuestro y asesinato del jefe de la oposición Calvo Sotelo y la brutal represión inmediata contra quienes protestaban.
El 18 de julio fue, realmente, la rebelión de una parte del ejército y del pueblo contra el proceso revolucionario y un gobierno ilegal. Los majaderos le achacan que "tampoco fue democrática", como si fuera posible la democracia en una situación en la que todos los partidos de izquierda, sin práctica excepción, además de los monárquicos, querían acabar con ella. Pues fue la izquierda la que demolió todo lo que tenía de democrática la república e hizo inevitable el dilema de someterse a la tiranía revolucionaria o rebelarse contra ella. La democracia no era posible entonces, ni volvió a serlo durante muchos años. Como vieron Marañón, Besteiro y tantos otros, la única elección posible era entre el franquismo y un caos más o menos revolucionario; o una nueva guerra civil. Entre una dictadura autoritaria y una totalitaria. Y el autoritarismo franquista libró a España de la revolución, de la guerra mundial, de una nueva guerra civil, dejó un país próspero y reconciliado, e inauguró el período de paz más prolongado que ha disfrutado España en dos siglos.
Solo desde la prosperidad y la reconciliación del franquismo fue posible la democracia actual. Una democracia permanentemente amenazada. Obsérvense esas amenazas: el terrorismo, la corrupción, la anulación de la independencia judicial, el envilecimiento de la población mediante la telebasura, la "inversión de valores" que exalta la miseria moral, los separatismos que pisotean la ley y los derechos ciudadanos, la falsificación de la historia... Todas esas amenazas proceden de quienes se identifican con aquel Frente Popular derrotado por Franco. Y de una seudooposición que escupe a diario sobre las tumbas de quienes libraron a España de la catástrofe. Hoy vivimos un proceso de demolición de todo lo que se avanzó bajo el franquismo y la transición, y debemos reconocer a sus responsables, examinando los hechos bajo su demagogia.
18 de julio
ResponderEliminar18 de Julio de 2009 - 08:31:52 - Pío Moa
Aunque la rebelión contra el Frente Popular empezó el día 17, el 18 quedó como fecha oficial de su comienzo. Según la versión predicada por las izquierdas, se trató de un golpe militar contra un gobierno legítimo y democrático, salido de las urnas. En tal caso deberíamos considerar legítimas unas urnas cuyos votos nunca se publicaron oficialmente, y cuyos parciales recuentos transcurrieron, como consigna Azaña, en una situación en la que "Los gobernadores de Portela habían huido casi todos. Nadie mandaba en ninguna parte, y empezaron los motines". Habría que considerar democrático un Frente Popular constituido por quienes habían intentado golpes de estado cuando perdieron las elecciones de 1933 y en octubre de 1934 se habían alzado en armas contra un gobierno, aquel sí, democrático y salido de las urnas recontadas con normalidad. Habría que considerar legítimo un gobierno que ni cumplía ni hacía cumplir la ley, amparaba un sangriento proceso revolucionario abierto y cometía él mismo un rosario de ilegalidades culminadas en el secuestro y asesinato del jefe de la oposición Calvo Sotelo y la brutal represión inmediata contra quienes protestaban.
El 18 de julio fue, realmente, la rebelión de una parte del ejército y del pueblo contra el proceso revolucionario y un gobierno ilegal. Los majaderos le achacan que "tampoco fue democrática", como si fuera posible la democracia en una situación en la que todos los partidos de izquierda, sin práctica excepción, además de los monárquicos, querían acabar con ella. Pues fue la izquierda la que demolió todo lo que tenía de democrática la república e hizo inevitable el dilema de someterse a la tiranía revolucionaria o rebelarse contra ella. La democracia no era posible entonces, ni volvió a serlo durante muchos años. Como vieron Marañón, Besteiro y tantos otros, la única elección posible era entre el franquismo y un caos más o menos revolucionario; o una nueva guerra civil. Entre una dictadura autoritaria y una totalitaria. Y el autoritarismo franquista libró a España de la revolución, de la guerra mundial, de una nueva guerra civil, dejó un país próspero y reconciliado, e inauguró el período de paz más prolongado que ha disfrutado España en dos siglos.
Solo desde la prosperidad y la reconciliación del franquismo fue posible la democracia actual. Una democracia permanentemente amenazada. Obsérvense esas amenazas: el terrorismo, la corrupción, la anulación de la independencia judicial, el envilecimiento de la población mediante la telebasura, la "inversión de valores" que exalta la miseria moral, los separatismos que pisotean la ley y los derechos ciudadanos, la falsificación de la historia... Todas esas amenazas proceden de quienes se identifican con aquel Frente Popular derrotado por Franco. Y de una seudooposición que escupe a diario sobre las tumbas de quienes libraron a España de la catástrofe. Hoy vivimos un proceso de demolición de todo lo que se avanzó bajo el franquismo y la transición, y debemos reconocer a sus responsables, examinando los hechos bajo su demagogia.