La memoria implacable
Ilusos 18 DE JULIO
Hace setenta años, menos un día, en que aquellos españoles que no querían perecer, dirigidos por el Ejército, se alzaron contra un gobierno de rufianes, alzamiento que, al fracasar, desembocó en esa guerra civil que buscaban con ahínco las izquierdas revolucionarias. “Si no ganamos las elecciones (de febrero de 1936) iremos a la guerra civil”, esta frase de Largo Caballero era lo más suave que decían aquellos partidos que eran tan republicanos como las ranas pájaros, y que era lo que en su prensa, el “Socialista” y otros periódicos, clamaban desde hacía tiempo.
Abierta la “Caja de Pandora” de una guerra, se abatieron sobre España eso que ahora se denominan “daños colaterales”, consecuencia obligada de toda guerra, incluidas las justas. Pero en el campo rojo, que se empeñan en llamar “republicano”, estos “daños colaterales” alcanzaron límites inauditos: la mayor persecución religiosa de la Historia, el abrumador asesinato selectivo siguiendo la fórmula moscovita que luego aplicaron con los polacos en Katín, las checas, la destrucción, saqueo y depredación del patrimonio español que superó a los desastres de la francesada o de las desamortizaciones…, son hitos alcanzados por la república del crimen, incluso antes de aquel 18 de julio.
Hoy se nos miente en una operación gigantesca de lavado de cerebro que ha dado sabrosos frutos a los odiadores, trapaceros y bellacos, institucionalizados o no. Y que nadie nos quiera convencer de que ha sido durante el gobierno (¿) de Zapatero cuando se ha iniciado esta campaña, porque ésta ya asomaba la oreja antes de la muerte de Franco, para darle definitivamente curso legal en la traidora transición. Radio, televisión, prensa, cine, conferencias, foros, instituciones…, todo ha sido manipulado para aplastar cualquier otra opinión. Y ese pueblo español que duerme la siesta, lanzando de vez en cuando un eructo de tripa satisfecha, se deja manipular, y mientras los despiertos claman contra la sublevación de unos generales contra el gobierno legalmente constituido, los dormidos, una inmensa mayoría, adocenada y abandonada por una clase política conservadora, cobarde y rapaz, deja hacer de forma suicida, soltando de vez en cuando alguna lagrimita de cocodrilo por culpa de alguna pesadilla en la apacible siesta. Y la Iglesia nada dirá hoy sobre aquella fecha que la salvó después del martirio de miles de sus sacerdotes, monjas o frailes, ni el Ejército hará el menor homenaje a los héroes de uniforme que lo dejaron todo para morir por una causa que era la de España, es decir, la de ellos. Nada, nadie… Bueno, casi nadie
En este archipiélago de islas en el “mar Rojo”, en un islote pequeño que apenas si figura en las cartas de marear, la redacción de “El Implacable” conmemora aquella fecha gloriosa, y recordará a Franco como auténtico salvador de la Patria al frente de unos hombres que dieron a la república del crimen una paliza ya irreversible, además de cuarenta años de trabajo, de dignidad y de vergüenza, con una elevación del nivel de vida que es, quizá, la causa principal de esta atonía egoísta de nuestra sociedad. Y rezaremos por todos, por nacionales y rojos, y hasta por los bellacos de esta hora, esos que han convertido a España en una suripanta al pie de una farola de barrio bajo.
Las hordas zapateras se preparan para el último asalto (estatuas, lápidas, Valle de los Caídos, leyes…) y nosotros ¿lo permitiremos? De ser así, por cobardes seremos tan miserables como ellos.
Como si el tiempo no hubiera pasado, gritamos ¡Viva Franco! y ¡Arriba España! Y el que se escandalice o se asuste, que reviente en su propia miseria. Preferimos a los rojos antes que a los amarillos o lilas.
Jesús Flores Thies-Coronel de Artillería-retirado “a” Blas de Lezo” y “JOTA EFE”
Hace setenta años, menos un día, en que aquellos españoles que no querían perecer, dirigidos por el Ejército, se alzaron contra un gobierno de rufianes, alzamiento que, al fracasar, desembocó en esa guerra civil que buscaban con ahínco las izquierdas revolucionarias. “Si no ganamos las elecciones (de febrero de 1936) iremos a la guerra civil”, esta frase de Largo Caballero era lo más suave que decían aquellos partidos que eran tan republicanos como las ranas pájaros, y que era lo que en su prensa, el “Socialista” y otros periódicos, clamaban desde hacía tiempo.
Abierta la “Caja de Pandora” de una guerra, se abatieron sobre España eso que ahora se denominan “daños colaterales”, consecuencia obligada de toda guerra, incluidas las justas. Pero en el campo rojo, que se empeñan en llamar “republicano”, estos “daños colaterales” alcanzaron límites inauditos: la mayor persecución religiosa de la Historia, el abrumador asesinato selectivo siguiendo la fórmula moscovita que luego aplicaron con los polacos en Katín, las checas, la destrucción, saqueo y depredación del patrimonio español que superó a los desastres de la francesada o de las desamortizaciones…, son hitos alcanzados por la república del crimen, incluso antes de aquel 18 de julio.
Hoy se nos miente en una operación gigantesca de lavado de cerebro que ha dado sabrosos frutos a los odiadores, trapaceros y bellacos, institucionalizados o no. Y que nadie nos quiera convencer de que ha sido durante el gobierno (¿) de Zapatero cuando se ha iniciado esta campaña, porque ésta ya asomaba la oreja antes de la muerte de Franco, para darle definitivamente curso legal en la traidora transición. Radio, televisión, prensa, cine, conferencias, foros, instituciones…, todo ha sido manipulado para aplastar cualquier otra opinión. Y ese pueblo español que duerme la siesta, lanzando de vez en cuando un eructo de tripa satisfecha, se deja manipular, y mientras los despiertos claman contra la sublevación de unos generales contra el gobierno legalmente constituido, los dormidos, una inmensa mayoría, adocenada y abandonada por una clase política conservadora, cobarde y rapaz, deja hacer de forma suicida, soltando de vez en cuando alguna lagrimita de cocodrilo por culpa de alguna pesadilla en la apacible siesta. Y la Iglesia nada dirá hoy sobre aquella fecha que la salvó después del martirio de miles de sus sacerdotes, monjas o frailes, ni el Ejército hará el menor homenaje a los héroes de uniforme que lo dejaron todo para morir por una causa que era la de España, es decir, la de ellos. Nada, nadie… Bueno, casi nadie
En este archipiélago de islas en el “mar Rojo”, en un islote pequeño que apenas si figura en las cartas de marear, la redacción de “El Implacable” conmemora aquella fecha gloriosa, y recordará a Franco como auténtico salvador de la Patria al frente de unos hombres que dieron a la república del crimen una paliza ya irreversible, además de cuarenta años de trabajo, de dignidad y de vergüenza, con una elevación del nivel de vida que es, quizá, la causa principal de esta atonía egoísta de nuestra sociedad. Y rezaremos por todos, por nacionales y rojos, y hasta por los bellacos de esta hora, esos que han convertido a España en una suripanta al pie de una farola de barrio bajo.
Las hordas zapateras se preparan para el último asalto (estatuas, lápidas, Valle de los Caídos, leyes…) y nosotros ¿lo permitiremos? De ser así, por cobardes seremos tan miserables como ellos.
Como si el tiempo no hubiera pasado, gritamos ¡Viva Franco! y ¡Arriba España! Y el que se escandalice o se asuste, que reviente en su propia miseria. Preferimos a los rojos antes que a los amarillos o lilas.
Jesús Flores Thies-Coronel de Artillería-retirado “a” Blas de Lezo” y “JOTA EFE”
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