Conmemoración

El 18 de julio de 2006, septuagésimo aniversario del Alzamiento Nacional, fue uno de esos días redondos que de vez en cuando nos depara la Providencia a los que creemos en ella. Para empezar, el solano o levante que nos achicharraba nos dio una tregua y hasta refrescó el aire un chubasco mañanero. Luego llegó la viuda norteamericana de Víctor Carrasco, el arquitecto gaditano trasplantado a California que creó un Bornos un jardín maravilloso, y por fin, de la provincia de Cádiz también, dos poetas, a los que sumó un tercero, oriundo de Ayamonte. Consigno sus nombres: José Mateos, Enrique García-Máiquez y Abel Feu. José Mateos era portador de un libro que, para mí al menos, es menos una novedad que un acontecimiento. Se llama Reunión (La Veleta, Granada, 2006) y en él Mateos ha puesto en limpio toda su obra poética, añadiendo algunos poemas inéditos entre los que quiero destacar el titulado Una acuarela para Pedro Serna. Confieso que hay poemas de Mateos que no puedo leer sin emocionarme más de la cuenta. No resisto la tentación de reproducir lo que escribe sobre Serna.

Amigo Pedro Serna, su pintura,
hecha silencio y levedad del aire,
me habla, sobre el papel, desde tan dentro
que a veces creo que me copia el alma.

No busca su pincel viejas sorpresas.
Usted no pinta para hacerse un nombre.
Y para hablarnos de su amor al mundo
qué poco necesita, apenas nada:

si acaso algo de cielo, unos cipreses,
la alberca y el reflejo de una rama;
o encima del mantel, algunas flores
puestas por alguien en un vaso de agua.

Tampoco este 18 de julio va a ser de los que se olvidan.

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