Góticos

Escribe don Luis Suárez Avila en el Diario de Cádiz

Con la ola de laicismo, se nos han colado los sucedáneos de sacramentos –more civil--, y la reconversión mimetista del dogma de la comunión de los Santos. Pero, claro, todo en versión hortera, bilingüe, feista y repugnante. La víspera del Día de Todos los Santos, los niñatos y niñatas se disfrazan de muertos y nos hacen creer que esa noche es la puerta que separa el mundo de los vivos del de los difuntos y que los difuntos vagarán por las calles de los pueblos donde vivieron. Solamente poniendo una vela por difunto que hubiera habido en una casa, los espíritus no molestarán a sus habitantes. O sea, una majadería. Mucho más fundamento tenían, cuando yo era chico, aquellos fantasmas que tenían aterrados a los vecinos de ciertas calles. A los que los vieron, se les oyó relatar que tenían en la cabeza una calabaza con cara humana y que por los ojos, la nariz y la boca tenían luz. El resto del cuerpo era una sábana y algunos hasta llevaban cadenas atadas a los pies. Famoso fue uno que aparecía, una noche sí y la otra también, por la calle Durango. A mí me lo contaba la tata Antonia. La verdad es que era una manera de espantar a la gente para dar vía libre a tal cual amante que tenía su querida, de modo discreto, en esa calle. Lo de postín era tener la querida en Puerto ¨Real, villa a la que las burladas esposas portuenses llamaban “refugium peccatorum”. Se ha dado en llamar góticos a los siniestros niñatos y niñatas que usan atuendos funerarios y hasta llevan en la mochila un ataúd. Góticos, en cierto sentido, los ha habido siempre. Un gótico, atípico e impropio, fue Angelito Martínez, el autor de los muñequitos de Nacimiento, que había construido su ataúd y lo tenía debajo de la cama. Otro, Don Daniel Martínez García, el erudito montañés, propietario del Almacén del Cañón, en la esquina de la calle Vicario y Ganado, que se labró su tumba en el Cementerio campal de Santa Cruz de esta Ciudad y puso en su lápida, donde todos ponen “tu viuda y tus hijos no te olvidan”, como era soltero y sin familia, la palabra “ÉL”. Es decir que él mismo no se olvidaba de sí. A quienes tengan la curiosidad de comprobarlo, les diré que está su tumba, entrando, a la izquierda del primer patio, escrita su lápida, como no podía ser de otro modo, en letra gótica. Un gótico actual es nada menos que el Presidente del Gobierno, aficionado a abrir tumbas, y, sobre todo, heridas cicatrizadas. Por cierto que me pregunto, en estas fechas, conociendo la indumentaria normal de las niñas de Zapatero para las recepciones oficiales en la Casa Blanca, cómo se habrán disfrazado para la noche de Halloween. Pues para dar miedo al miedo, me dicen.

Comentarios

  1. Influencias hallowinescas que hacen furor en las almas infantiles y juveniles en la sociedad globalizada que vivimos

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  2. "Un gótico actual es nada menos que el Presidente del Gobierno, aficionado a abrir tumbas, y, sobre todo, heridas cicatrizadas."

    Esta frase ya vale por todo el artículo.

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  3. Comenzar con Girard y terminar con zp (que no llega ni a chivo expiatorio)¡Esto es tener oficio! Pero no soy marmotino, sino su hermano desde la cuenta del marmoto

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  4. No he podido por menos que acordarme de una de mis comedias fetiche con tamaña inflación marmotil.

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