Curiosa entrevista en ABC

Juan Carlos Castillón: «Exijamos la devolución del Nobel de Literatura de Winston Churchill»
El escritor Juan Carlos Castillón acaba de publicar «Amos del mundo» (Debate), un libro que desenmascara conspiraciones imaginarias, después de haber pasado una juventud en busca de aventuras contrarrevolucionarias en Centroamérica y media vida de librero en Miami
Por ALFREDO VALENZUELA


-¿Por qué somos tan aficionados a las sociedades secretas?-El mundo es complicado, siempre lo ha sido pero ahora además somos conscientes de ello con una seguridad de la que carecieron generaciones anteriores. Nos gusta pensar que, sin embargo, éste es comprensible y las sociedades secretas, así como las teorías conspirativas, son un atajo en busca de esa comprensión.-¿Qué hay detrás de las tesis conspirativas?-Normalmente hay una necesidad de orden, de descubrir una respuesta lógica, incluso humana, a hechos que de otra manera escapan a nuestro control. Si las tesis conspirativas no existen, tendremos que aceptar la presencia del caos, la casualidad, el accidente, incluso la estupidez, como motores de la historia.-¿Así que no cree que a Lady Di la asesinara el servicio secreto, que a Kennedy lo hiciera la mafia con apoyo anticastrista y que el hombre nunca subiera a la Luna sino que Kubrick rodó a un astronauta en un estudio...?-No. De ahí que haya escrito este libro desde el escepticismo, lo que no deja de ser malo comercialmente. Los libros que denuncian conspiraciones tienen un público leal que come de todo, mientras que escribir contracorriente implica un cierto riesgo... Después de todo hasta un 27% de los ingleses creen que a Lady Di la mató la familia real inglesa. Fíjate si he perdido lectores potenciales con sólo dos líneas de duda.-¿Una pequeña dosis de sentido común basta para echar por tierra la teoría de la conspiración?-No necesariamente. Las conspiraciones son respuestas fáciles a cuestiones difíciles, pero esas cuestiones no dejan de ser reales. Además, algunas tesis conspirativas, dejadas a un lado en su día, resultaron ser ciertas. La red Gladio existía en una docena de países, y si mucha gente cree que tras de los ataques del 11 de septiembre está el gobierno norteamericano es porque en su día existió una operación Northwoods... un plan, largo tiempo negado, del Estado Mayor norteamericano, que incluía ataques contra Estados Unidos de los que sería culpado el régimen castrista, justificando así un contraataque.-¿Qué ejercicio es más productivo, el de las armas o el de las letras? ¿Tiene alguna cuenta pendiente con la justicia?-No he practicado nunca el ejercicio de las armas, ni tengo cuentas pendientes con nadie. Supongo que sin embargo no tengo derecho a quejarme si siendo conocido por mis raros amigos como JC y habiendo pasado por una prisión española, se me confunde con un personaje llamado JR, personaje central de mi primera novela, «La muerte del héroe», que ha pasado por la cárcel.-¿Se arrepiente de algo?-Quien al cumplir los cuarenta no se arrepiente de nada o es idiota o no ha vivido... ignoro mi grado de idiotez, pero he vivido, viajado, escrito páginas, que afortunadamente nunca verán la luz, propias de un amateur poco aventajado, salido con las mujeres equivocadas, perdido dinero por confiar en la gente equivocada. A partir de cierta edad tu carácter es en gran parte la suma de los errores a los que has sobrevivido.-¿Qué aprendió en Centroamérica? ¿Fue esa estancia más productiva que la de Miami?-Aprendí mucho. En El Salvador están algunas de las agencias publicitarias que más trabajan en toda la región; en Miami la mejor colección de libros cubanos del mundo incluyendo La Habana, una universidad en que enseño Juan Ramón Jiménez -que escribió allí sus «Poemas de Coral Gables»-, varias revistas literarias en las que han ido a colaborar gente que en Cuba participó en las dirigidas por Lezama Lima o Cabrera Infante, una Feria del libro a la que han acudido Paz, Vargas Llosa, Cabrera Infante, Fuentes.-Pero vender libros en Miami debe ser como predicar en el desierto.-Yo nunca me sentí sólo, o en compañía de analfabetos, ninguno de los años que viví allí. Pero cada cual, en cualquier parte, debería ser capaz de crear su pequeño mundo y en el mío sólo se entra sabiendo leer.-¿En 21 años fuera de España qué es lo que más se echa de menos? ¿Por qué volvió?-Una palabra puede contestar ambas cuestiones: Familia. Una madre, un hermano...-Vázquez Montalbán dijo de usted que representaba «el nihilismo ilustrado» ¿se reconoce en esa definición?-Nihilista ilustrado: dícese del nihilista con tatuajes... Ilustrado espero llegar a serlo algún día. Nací rodeado de libros, algunos miles en la casa paterna, crecí de editorial en editorial, e incluso ahora sigo ligado al mundo de los libros, el único en el que, al margen de que ideas he sostenido en distintos momentos de mi vida, me he sentido cómodo.-¿Suscribe o no, pues, la frase del Che de que el poder reside en el fusil?-Si yo estuviera dispuesto a asociarme a la frase de un guerrillero hispanoamericano, que no es el caso, preferiría la de alguien menos recordado pero, en mi opinión, más inteligente: Pancho Villa, que ya en 1917 sabía que «la próxima guerra la ganará quien fabrique la munición». Entre el intelectual superficial y el campesino autodidacta es evidente que el segundo supo ver mejor como sería el Siglo XX.-¿Esa frase del Che es otro prueba de que los extremos se tocan?-No. Pero con las palabras se puede hacer cualquier cosa. Es una de sus grandes ventajas sobre los números. No en vano no existe la verdad absoluta fuera de las ciencias exactas.-¿Y no cree, con Churchill, que la democracia es el sistema menos malo de los existentes?-Alguien que dice ese tipo de lugares comunes no merece un Premio Nobel de Literatura, a él se lo dieron en 1953. Exijamos su devolución inmediata.-¿Existen héroes como el que protagoniza la novela «Soldados de Salamina»?-Lo dudo. He conocido algunos soldados de verdad y en su inmensa mayoría no se callan sobre sus batallas sino que hay que huir cuando empiezan a hablar. Sospecho que el veterano melancólico y callado es tan sólo un arquetipo literario y desgraciadamente sin contrapartida en el mundo real.

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