Mi primera antología
Ensimismamiento
Una de las preguntas más enigmáticas que se haya hecho jamás un poeta es aquella de Hölderlin: “¿Para qué poetas en tiempos de miseria?” ¿De qué miseria hablaba Hölderlin? ¿De miseria material o de miseria moral? Para un poeta son míseros los tiempos con los que se halla en desacuerdo, lo que vale a decir que para el poeta todos los tiempos son míseros. En los tiempos que vivimos, la miseria material por lo menos no se nota, pero la miseria moral la notamos por lo menos los contados mortales que nos obstinamos en permanecer erguidos. Permanecer erguido no es fácil en unos tiempos en los que, como en la fábula de Orwell, cuatro patas cuentan más que dos. Antes por unos motivos, ahora por otros, el poeta choca siempre con su entorno social, pero cuando el poeta cultiva otros géneros además del verso, tiende a dispersarse en ellos, sobre todo en aquellos en los que cree que puede reaccionar con más eficacia. Hay tiempos, pues, en los que la poesía hay que buscarla, como en el siglo XVIII, en los artículos de fondo y en los relatos licenciosos, que en eso consistió preferentemente la poesía en aquel siglo. Lo malo es que cuando se abusa de esos géneros y se los despacha por poesía, el poeta lírico, un sí es no es romántico, se desanima, se desgana y pierde afición. Son malos momentos por los que se pasa y de los que se acaba saliendo gracias a ese milagro que no se descarta nunca. Ese milagro se produce cuando toca fondo el ensimismamiento. Ensimismarse es difícil, entre otras cosas porque al poeta se lo estorba su innato espíritu de contradicción. La misma grey que reprochaba al poeta su ensimismamiento en los tiempos del “compromiso”, se lo recomienda con vehemencia en estos tiempos de conformismo. La grey nunca quiso voces discordantes, ni entonces ni ahora.
La mejor manera de no discordar, de no desentonar, es pues ensimismarse. Pero basta que la grey lo vea con buenos ojos para que el poeta, si es que es egregio, se niegue a meterse dentro de sí mismo. En lo que a mí respecta, siempre he dicho que la poesía es mi punto de partida y mi punto de llegada; que de ella vengo y a ella voy. A través de ella he aspirado a ser una de las pocas cosas serias que se puede ser en el mundo: un portador de valores eternos. Sólo así puede el poeta, o el que por tal se tiene, conservar su verticalidad, mantener su jerarquía, sobrenadar en la miseria moral de unos tiempos de prosperidad que Hölderlin no hubiera imaginado ni en el más febril de sus delirios.
Frente a los que sostienen que son los pueblos los que hacen la historia, yo creo que la historia la hacen los pocos que con su obra, su ejemplo y su sacrificio redimen y justifican a los pueblos. El pueblo no es bueno ni es malo; el pueblo se comporta de un modo o de otro según se le ponga como modelo el hidalgo o el pícaro. La miseria de los tiempos que corren se manifiesta no sólo en la degradación del pensamiento, sino en el encanallamiento de la palabra. Y ahí es justamente donde yo veo la misión redentora del poeta, porque es la palabra del poeta la que siempre queda frente a la palabrería olvidadiza de los que al pueblo lo degradan y lo encanallan.
Ahora bien, para decir esa palabra, el poeta tiene que hacer oídos sordos a los ecos de su tiempo, y eso sólo lo va a lograr ensimismándose. Hay unos versos de Luis Cernuda que constituyen mi más frecuente oración mental: Y en la hora nocturna / divinamente solo / sube su canto puro a las estrellas. Porque es en las estrellas, en los astros, donde, dicho sea con otras palabras que también recuerdo con frecuencia, cantan los números su canción exacta.
¡Enhorabuena por el libro! Malos tiempos para la lírica...
ResponderEliminarUna de las mejores definiciones del papel del poeta. Me ha recordado aquella consigna (que no slogan) de la Falange Auténtica en el 77, ELLOS TIENEN EL PODER, NOSOTROS LA POESIA (que, para que tenga sentido, ha de tomarse como antítesis de aquella nefasta frase conformista y autoengañosa de LAS UVAS ESTAN VERDES).
ResponderEliminarTremendo, precioso, definitivo. Felcidades.
ResponderEliminarPor todo eso, ahora es más necesaria que en tiempos de Jorge Guillén, como se decía el otro día. Y enhorabuena, pues la edición tiene una pinta estupenda.
ResponderEliminar.
Enhorabuena por el prólogo, por el libro, por la edición y por tanta maravilla.
ResponderEliminarQue bien lo dice y que verdad es.
ResponderEliminar¿De verdad es nuestro tiempo tan rastrero, tan canalla o es que no tenemos perspectiva?
¿No exiten, salvo muy contadas excepciones, los Villalonga, Sánchez Mazas, Cela, Delibes, Torrente Ballester, Cunqueiro, Cernuda, el 98 y el 27... o es que no los vemos? Mucho me temo que lo primero, pero tal vez alguien me desengañe y me de los nombres para empezar la lectura.
maestro, ya lo tengo en la mano. Cómo me lo puede firmar?
ResponderEliminarLutgardo
Si va esta tarde a lo de Díez Crespo, allí mismo.
ResponderEliminar"Duermo dentro de ti porque quisiera/ más que soñarte a ti, soñar tus sueños..."
ResponderEliminarHermosísimo, no conocía este poema suyo. Enhorabuena de nuevo. Esta tarde no podré asistir por motivos laborales ¿Hay prevista presentación de la antología?