China y la crisis mundial
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¿CHINA DEJA DE MIRAR HACIA OCCIDENTE ?
por Ángel Maestro
Fuentes chinas de toda solvencia afirman que el modelo de los Estados Unidos puede haber empezado a decaer y China comenzado a dejar de mirar el modelo occidental y plantearse una posible superioridad de la cultura china respecto a la occidental. Ese concepto de superioridad respecto a los “bárbaros” extranjeros constituyó una constante del pensamiento chino durante siglos, y aun con el régimen comunista en sus momentos más duros, y aunque antitético en muchos aspectos con la tradición cultural china, no dejaba de plantearse soluciones específicamente chinas frente a la cultura occidental.
Desde hace unos treinta años y superados los excesos y crueldades del maoísmo o al menos muy disminuidos los mismos, a pesar del sistema político chino basado en el control ideológico y de gobierno del partido comunista, comenzó a experimentarse en lo económico una transformación de proporciones gigantescas que ha dado origen a la tercera (dentro de muy poco la segunda ) economía mundial.
En lo relativo al sistema financiero antes de producirse la crisis de proporciones globales actual, China confiaba por completo en el sistema monetario occidental y no en el suyo propio. El régimen de Pekín llegó incluso a invitar a bancos y a entidades aseguradoras extranjeras a la inversión en compañías de propiedad estatales, para de esta forma aplicar las técnicas de gestión occidentales de última generación.
Pero la crítica situación de la economía mundial con quiebras en la práctica de gigantescas entidades financieras multinacionales, tanto bancos como aseguradoras, fondos de inversión, gigantes del automóvil y empresas de los sectores más variados de la producción parecen fomentar la existencia en China de considerables corrientes de opinión de alejamiento del modelo económico de Occidente por temor a provocar graves y casi incontrolables problemas en la nación.
Fuentes chinas oficiales, por tanto no se trata de meros rumores especulativos de un periodismo sensacionalista al uso, señalan la preocupación existente en los círculos de poder chinos ante las consecuencias de la crisis con la aparición de problemas hasta ahora desconocidos. El aparato financiero de Occidente donde reinaba ese nuevo dios laico del mercado cuya mano invisible todo lo regulaba, sistema sin rival en el mundo se ha visto sometido no ya a la razonable duda de su infalibilidad, sino experimentado contra lo que se creían bases inamovibles e inmutables a la realidad de los hechos, poniendo de relieve en casos crecientemente frecuentes esos viejísimos ejemplos del gigante con pies de barro o el de los castillos en el aire. Esa autoproclamada habilidad de gestión admirable y fuera de toda duda ha perdido ese atractivo hasta ahora indiscutible.
Al derribarse la gigantesca estafa de Bernard Madoff, ex presidente del Nasdaq estadounidense y de varios Madoff más, el régimen chino encontró una poderosa defensa obtenida en base a los errores de los occidentales, contra las acusaciones de intrínseca corrupción china. Altos jerarcas del sistema político chino han transmitido a la población ( por medio de publicaciones oficiales, por lo tanto con el total respaldo del partido y del gobierno ) la idea de debilitamiento respecto al hasta ahora sentimiento de cultura y superioridad de Occidente en materia de cultura y conocimientos. Si desde la proclamación de la república por el Dr. Sun Yat- sen en 1912, y aún antes, desde finales del siglo XIX , tras la derrota ante Japón en 1895, en los último tiempos de la dinastía Ch ing, cuando el emperador Guangxi impulsó a los políticos Kang Youwei y Liang Qichao a reformar China, la “mirada” hacia Occidente constituyó algo fundamental para la China moderna. Ahora con la debida prudencia, puede decirse que este punto de vista hasta ahora axiomático podría estar experimentando el comienzo de un cambio trascendental.
Tras la conquista del poder por el partido comunista en 1949, Mao Tse-tung confió en la Unión Soviética , que en aquella época bajo el férreo control de Stalin era la guía del movimiento comunista mundial, basándose en la creencia de que el pensamiento socialista de Moscú predominaría sobre el capitalismo de Washington. Posteriormente, tras las desastrosas consecuencias de la nefasta revolución cultural que tanto daño causó a China, y muerto Mao, Teng Hsiao ping ( Deng Xiaoping en la grafía moderna ), el verdadero forjador de la China moderna simbiosis de capitalismo en lo económico y socialismo en lo político, Pekín volvió su mirada en lo económico a los Estados Unidos y su concepción económica.
En 1997, anteriormente a la crisis financiera de Asia, el gobierno de Pekín se comprometió a realizar el cambio libre de la moneda nacional china, el renminbi para el año 2000. Más esta crisis hizo comprender al régimen chino que una moneda inmersa en el cambio libre sería susceptible a los ataques destructivos de los especuladores extranjeros contra su economía nacional. Además la libre entrada y salida del capital originaría sensibles fluctuaciones económicas considerándose que dicho tipo de fluctuaciones económicas condujeron al caos social y político de Indonesia, Tailandia y Corea del Sur. Los gobernantes chinos consideran que ese caos no sólo provocaría retrocesos en el desarrollo, sino que podría llegar a provocar penalidades casi similares a las originadas por una guerra. Finalmente, justifican los dirigentes chinos, la moneda nacional no sometida al régimen completo de libre cambio, resistió la ola de la crisis financiera, considerando Pekín que de esta forma ayudó a la recuperación de varios países asiáticos.
Desde entonces la idea del libre cambio del renminbi fue archivada y de esta forma la preponderancia de la cultura económica occidental se debilitó en gran medida. China no excluyó por completo la idea occidental, pero no se sometió a la presión norteamericana en materia de la política de tipos de cambio. Los dirigentes chinos consideran que la actual crisis financiera ha creado algo similar pero con consecuencias mucho más graves. La crisis asiática de 1997 puso de relieve la fuerza de la economía occidental; el Occidente no estaba interesado en la crisis financiera que sufrió Asia, tal vez dentro de una implacable óptica capitalista porque se trataba de un fenómeno de esa ley de supervivencia de los más fuertes en el terreno económico, o bien se trataba de dar una lección a los advenedizos de Asia, y la superpotencia de los Estados Unidos continuó siendo reconocida. Pero ahora, afirman los responsables chinos, los propios Estados Unidos se encuentran sumidos en una crisis innegable y su fuerza antaño casi todopoderosa ya no es reconocida universalmente.
¿Eso significará que China seguirá su camino por cuenta propia? Esto ya preocupaba a los estudiosos chinos hace años, cuando creían que el modelo estadounidense podría impulsar la reforma. Ahora este modelo ya no es tan firme ni mucho menos, y China se ve en la necesidad de hacer frente a los desafíos de forma más independiente. Muy posiblemente a pesar de la poca consistencia intelectual y de su escaso conocimiento de la economía del nuevo presidente, B. Obama, los Estados Unidos se recuperarán de la crisis, pero los dirigentes chinos se preguntan ¿cómo y cuando? El órgano oficial del gobierno y del partido, el “Diario del Pueblo”, por tanto una voz sumamente autorizada, se pregunta cómo debe actuar China en la actualidad. Dicho órgano reconoce que por ahora no tienen una respuesta definida; sin embargo se plantea el que los ciclos de un siglo parecen tocar a su fin, y a medida de su desaparición finalizará el ciclo hasta ahora predominante de la mirada de China hacia Occidente.
¿CHINA DEJA DE MIRAR HACIA OCCIDENTE ?
por Ángel Maestro
Fuentes chinas de toda solvencia afirman que el modelo de los Estados Unidos puede haber empezado a decaer y China comenzado a dejar de mirar el modelo occidental y plantearse una posible superioridad de la cultura china respecto a la occidental. Ese concepto de superioridad respecto a los “bárbaros” extranjeros constituyó una constante del pensamiento chino durante siglos, y aun con el régimen comunista en sus momentos más duros, y aunque antitético en muchos aspectos con la tradición cultural china, no dejaba de plantearse soluciones específicamente chinas frente a la cultura occidental.
Desde hace unos treinta años y superados los excesos y crueldades del maoísmo o al menos muy disminuidos los mismos, a pesar del sistema político chino basado en el control ideológico y de gobierno del partido comunista, comenzó a experimentarse en lo económico una transformación de proporciones gigantescas que ha dado origen a la tercera (dentro de muy poco la segunda ) economía mundial.
En lo relativo al sistema financiero antes de producirse la crisis de proporciones globales actual, China confiaba por completo en el sistema monetario occidental y no en el suyo propio. El régimen de Pekín llegó incluso a invitar a bancos y a entidades aseguradoras extranjeras a la inversión en compañías de propiedad estatales, para de esta forma aplicar las técnicas de gestión occidentales de última generación.
Pero la crítica situación de la economía mundial con quiebras en la práctica de gigantescas entidades financieras multinacionales, tanto bancos como aseguradoras, fondos de inversión, gigantes del automóvil y empresas de los sectores más variados de la producción parecen fomentar la existencia en China de considerables corrientes de opinión de alejamiento del modelo económico de Occidente por temor a provocar graves y casi incontrolables problemas en la nación.
Fuentes chinas oficiales, por tanto no se trata de meros rumores especulativos de un periodismo sensacionalista al uso, señalan la preocupación existente en los círculos de poder chinos ante las consecuencias de la crisis con la aparición de problemas hasta ahora desconocidos. El aparato financiero de Occidente donde reinaba ese nuevo dios laico del mercado cuya mano invisible todo lo regulaba, sistema sin rival en el mundo se ha visto sometido no ya a la razonable duda de su infalibilidad, sino experimentado contra lo que se creían bases inamovibles e inmutables a la realidad de los hechos, poniendo de relieve en casos crecientemente frecuentes esos viejísimos ejemplos del gigante con pies de barro o el de los castillos en el aire. Esa autoproclamada habilidad de gestión admirable y fuera de toda duda ha perdido ese atractivo hasta ahora indiscutible.
Al derribarse la gigantesca estafa de Bernard Madoff, ex presidente del Nasdaq estadounidense y de varios Madoff más, el régimen chino encontró una poderosa defensa obtenida en base a los errores de los occidentales, contra las acusaciones de intrínseca corrupción china. Altos jerarcas del sistema político chino han transmitido a la población ( por medio de publicaciones oficiales, por lo tanto con el total respaldo del partido y del gobierno ) la idea de debilitamiento respecto al hasta ahora sentimiento de cultura y superioridad de Occidente en materia de cultura y conocimientos. Si desde la proclamación de la república por el Dr. Sun Yat- sen en 1912, y aún antes, desde finales del siglo XIX , tras la derrota ante Japón en 1895, en los último tiempos de la dinastía Ch ing, cuando el emperador Guangxi impulsó a los políticos Kang Youwei y Liang Qichao a reformar China, la “mirada” hacia Occidente constituyó algo fundamental para la China moderna. Ahora con la debida prudencia, puede decirse que este punto de vista hasta ahora axiomático podría estar experimentando el comienzo de un cambio trascendental.
Tras la conquista del poder por el partido comunista en 1949, Mao Tse-tung confió en la Unión Soviética , que en aquella época bajo el férreo control de Stalin era la guía del movimiento comunista mundial, basándose en la creencia de que el pensamiento socialista de Moscú predominaría sobre el capitalismo de Washington. Posteriormente, tras las desastrosas consecuencias de la nefasta revolución cultural que tanto daño causó a China, y muerto Mao, Teng Hsiao ping ( Deng Xiaoping en la grafía moderna ), el verdadero forjador de la China moderna simbiosis de capitalismo en lo económico y socialismo en lo político, Pekín volvió su mirada en lo económico a los Estados Unidos y su concepción económica.
En 1997, anteriormente a la crisis financiera de Asia, el gobierno de Pekín se comprometió a realizar el cambio libre de la moneda nacional china, el renminbi para el año 2000. Más esta crisis hizo comprender al régimen chino que una moneda inmersa en el cambio libre sería susceptible a los ataques destructivos de los especuladores extranjeros contra su economía nacional. Además la libre entrada y salida del capital originaría sensibles fluctuaciones económicas considerándose que dicho tipo de fluctuaciones económicas condujeron al caos social y político de Indonesia, Tailandia y Corea del Sur. Los gobernantes chinos consideran que ese caos no sólo provocaría retrocesos en el desarrollo, sino que podría llegar a provocar penalidades casi similares a las originadas por una guerra. Finalmente, justifican los dirigentes chinos, la moneda nacional no sometida al régimen completo de libre cambio, resistió la ola de la crisis financiera, considerando Pekín que de esta forma ayudó a la recuperación de varios países asiáticos.
Desde entonces la idea del libre cambio del renminbi fue archivada y de esta forma la preponderancia de la cultura económica occidental se debilitó en gran medida. China no excluyó por completo la idea occidental, pero no se sometió a la presión norteamericana en materia de la política de tipos de cambio. Los dirigentes chinos consideran que la actual crisis financiera ha creado algo similar pero con consecuencias mucho más graves. La crisis asiática de 1997 puso de relieve la fuerza de la economía occidental; el Occidente no estaba interesado en la crisis financiera que sufrió Asia, tal vez dentro de una implacable óptica capitalista porque se trataba de un fenómeno de esa ley de supervivencia de los más fuertes en el terreno económico, o bien se trataba de dar una lección a los advenedizos de Asia, y la superpotencia de los Estados Unidos continuó siendo reconocida. Pero ahora, afirman los responsables chinos, los propios Estados Unidos se encuentran sumidos en una crisis innegable y su fuerza antaño casi todopoderosa ya no es reconocida universalmente.
¿Eso significará que China seguirá su camino por cuenta propia? Esto ya preocupaba a los estudiosos chinos hace años, cuando creían que el modelo estadounidense podría impulsar la reforma. Ahora este modelo ya no es tan firme ni mucho menos, y China se ve en la necesidad de hacer frente a los desafíos de forma más independiente. Muy posiblemente a pesar de la poca consistencia intelectual y de su escaso conocimiento de la economía del nuevo presidente, B. Obama, los Estados Unidos se recuperarán de la crisis, pero los dirigentes chinos se preguntan ¿cómo y cuando? El órgano oficial del gobierno y del partido, el “Diario del Pueblo”, por tanto una voz sumamente autorizada, se pregunta cómo debe actuar China en la actualidad. Dicho órgano reconoce que por ahora no tienen una respuesta definida; sin embargo se plantea el que los ciclos de un siglo parecen tocar a su fin, y a medida de su desaparición finalizará el ciclo hasta ahora predominante de la mirada de China hacia Occidente.
ESTADOS UNIDOS SE JUBILA y China coge su puesto.Interesante querido Watson
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