Pecados de juventud





(Abril, 1946)




                                                        “ESPLÉNDIDA”

                                                           Alvaro Domecq in memoriam
Como la mar, en la arena,
tuviste espuma en los labios.
El sol levantó por ti
altares de hojas de acanto,
entre gradas de ladrillo
y columnatas de mármol.
Puso a Sevilla de pie,
le llenó el río de barcos
y fue soltando uno a uno
planetas encadenados.

Uno se prendió a tu grupa,
otro te montó de un salto,
y otro vino contra ti
paciendo luceros blancos.

Sevilla, que lo sabía,
puso su Maestranza en alto
coronada por los dos
grandes ríos acostados.

Tu cola regía el ruedo
como un cometa, arrastrando
fuegos fatuos de colores,
palmas de papel rizado.

Espléndida, habías de ser
hija y madre de caballos,
niña torera en la plaza
y pedestal de centauros.

Sevilla que lo sabía,
te estaba firme esperando
con la Giralda vestida
de plata antigua y cobalto.

La tarde, como un capote,
colgaba de palco en palco
y hacía crecer la yerba
donde plantabas tus cascos.
Y al señuelo de tu cola,
el toro más porfiado
corneaba al aire fino
que le huía de costado.
Sobre las patas traseras
te estabas asegurando
de que los ruedos de España
tienen sillares romanos,
cenizas de gladiadores
y de mártires cristianos.

De haber querido, pudieras
haber cruzado de un salto
el río grande y oscuro
que a todos nos cierra el paso.

Toros que viste morir
te aguardan en los cerrados
de los que nunca ha salido
nadie ni a pie ni a caballo.

Por las barandas del cielo
vuelan sombreros y habanos.
Entre las nubes el sol
como puede  se abre paso,
y dobla la media luna
con un rejón en lo alto.


 El Puerto de Santa María, 8 – 9 de septiembre de 1955


Comentarios

  1. un poema maravilloso, si yo recuerdo bien, también hay uno de Rafael Alberti, decía algo de rey de Jerez

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