Fraga

Escribe Enrique García-Máiquez en Diario de Sevilla http://www.diariodesevilla.es/article/opinion/1162305/cocodrilos


COCODRILOS

Los italianos llaman a las necrológicas "cocodrilos"… porque suelen abrir admirablemente la boca y soltar una lágrima. Fraga se merece todos los cocodrilos; y en lo personal mucho más, pues sus capacidades intelectuales y las virtudes de su voluntad fueron pasmosas. Para la vida ultraterrena le deseo lo mejor.
Su legado político, en cambio, no podemos juzgarlo tan a la ligera, aunque la gente en general se lance a la loa. Fue uno de los padres de la Constitución y tendremos que ver en qué para esto para hacer un juicio con fundamento. La Transición (con mayúsculas) se ha mitificado mucho, me parece. Contra esa mitificación, arremetió Zapatero, que pretendió bajarla del pedestal a golpe de memoria histórica y glorificación de la república. Ahora, recién descansando de zapaterismo, Fraga se muere cuando regresa con fuerza el mito transicional.
Pero hay que intentar no pensar a golpe de mitos. El otro día nos contaba Roberto Centeno en un artículo sobre el balance económico de la España autonómica que ponía los pelos como escarpias, que su amigo Camilo José Cela le decía: “Nos han jodido bien, si tuvieran vergüenza se pegarían un tiro”, refiriéndose a los padres de la Transición, quienes idearon este modelo de Estado y esta política de partidos. Yo soy muy contrario a que nadie se pegue un tiro, pero la verdad que Cela, ya lanzado a la balística, también podía darse uno en un pie, pues si pensaba así, y con su posición y con su prestigio, podía haberlo dicho en voz alta alguna vez, que buena falta hacía.
Tampoco tengo muy claro yo lo que defendió Fraga en el fondo. Fue perdiendo batallas ideológicas (el centralismo, la defensa del legado franquista, el divorcio, el aborto, la derecha…), pero él siguió ahí, inasequible al desaliento, aunque reconvertido en galleguista, contemporizando, sin que su partido pusiera pie en pared contra el aborto, centrándose cada vez más y más. Cosechó alabanzas de Felipe González, de Santiago Carrillo y de Fidel Castro, además de las lógicas de los miembros de su partido, y ahora las de la afición en general.  Los que le alaban que civilizara a la derecha quizá quieren decir que la volatilizó.
 Pero su partido ha seguido ahí, desde luego, y como dice Rajoy, contando con el apoyo mayoritario de los españoles. Como suele pasar con los hombres públicos de tanto peso, el juicio histórico de su figura no podrá disociarse del que la historia acabe haciendo de la evolución de la España de los últimos cincuenta años, evolución en la que participó desde el principio. Hay algo de narcisismo colectivo en el aplauso general que recibe estos días.

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