Fauna autóctona y terminología vernácula

Hace unos años presenté una recopilación de villancicos y eso me permitió hacerme unas reflexiones sobre los cantes populares y la cultura agraria de la que emanan o emanaban, que son enteramente aplicables a este Diccionario de vernáculos de fauna de Doñana de don Jesús Vozmediano*. A lo largo de treinta años largos de inmersión en el Coto, Vozmediano ha ido recopilando paciente y minuciosamente los términos con que los naturales del lugar se refieren a los numerosos ejemplares de la fauna que lo puebla. Tengo entendido que ese esfuerzo se extiende a la vida silvestre en general, y por experiencia directa me consta que la terminología vegetal, por así decir, en el mismo territorio, es tan rica y variada como la animal. Es sabido que cada región de España y, por supuesto, de Hispanoamérica, tiene nombres populares distintos para las mismas cosas y no hablemos de aquellas otras regiones en que el castellano coexiste, o coexistía hasta hace poco, con los dialectos locales. La Guía de campo de las aves de España y demás países de Europa, de Peterson, Mountfort y Hollom, traducida y adaptada por Mauricio González Díez, que de tanta ayuda me fue cuando escribía El mito de Doñana, da el nombre de cada ave no sólo en los principales idiomas que se hablan en Europa, sino en los principales que se hablan en nuestra Península, a saber, catalán, vascuence y portugués. Pero si ese libro me fue de ayuda, no menos me lo fue la tradición oral de los guardas del Coto, que además me daban el sinónimo local de cada especie, y ése es el único título que me autoriza a trasladar a la obra de Vozmediano las reflexiones que desde que tengo uso de razón poética me vengo haciendo sobre el arte popular. Ese arte popular ha ido a menos según el campo se ha ido despoblando y las máquinas sustituyendo al hombre en multitud de funciones. Vozmediano saluda con nostalgia mal reprimida la paulatina desaparición de una de las especies más interesantes del Coto, que es la de los guardas. No quisiera meterme en sociologías ni salirme de la lingüística. Antes hablé de cultura agraria, y nada más lógico que la extinción de unos modos de vida lleve consigo la extinción de unos modos de hablar. Dije en la introducción del disco y repito aquí que “al reeditar Las cosas del campo, José Antonio Muñoz Rojas se ha visto obligado a reconocer que muchas palabras que él utiliza, relacionadas con la labranza, ya nadie las conoce, pues corresponden a faenas que se hacían a mano y que hoy en día corren a cargo de las máquinas.” Es muy difícil que los excursionistas y los domingueros, o los séquitos de los personajes que van al Coto de vacaciones, recojan la antorcha de los antiguos guardas, furtivos, carboneros, vaqueros, choceros, piñeros y riacheros, cuya propia descendencia se gana ya la vida en el foro, en la medicina, en la industria, en la alta finanza o en la baja política. De ahí que Vozmediano, consciente de esta realidad, haya hecho algo que no sé si le agradecerá un día la Real Academia Española o lo que quede de ella.

* Publicaciones del Comité Español del Programa Hombre y Biosfera de la UNESCO. Sevilla 2005

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