Sombra chinesca



Hace unos años, viajando por la China, se me acercó un sujeto armado de unas grandes tijeras y agitando unos papeles pidiéndome que le permitiera retratarme. Le dije que no y seguí mi camino, pero él no cejó en su empeño y a la vez que hablaba recortaba papel con las tijeras; miré de reojo y vi lo que aquel artista ambulante había hecho sobre la marcha. En el Oriente el artista suele ser anónimo. También aquel chino lo fue para mí, pero en todo caso para él mi recuerdo y mi homenaje.

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