Cortafuegos

Como todos los veranos desde que tenemos democracia, a los rigores de la canícula vienen a sumarse las plagas estivales de la piromanía y el terrorismo. Con la cosa del ecologismo no se desbroza el monte bajo ni se queman los rastrojos y el separatista goza con otras alimañas de la fauna ibérica de la condición de especie protegida. Uno de los peores “daños colaterales” de los estragos del separatismo es la prevista y manida letanía de condenas de boquillas y el parte triunfal de una guerra larvada que ya supera a la de los Treinta Años y que no lleva trazas de acabar. Me imagino la risa con que los “chicos de la gasolina” oyen eso de la firmeza de los demócratas, los instrumentos del estado de derecho y el pronóstico de largas penas de privación de libertad que de sobra saben todos en qué consisten y cuánto duran los milenios que conllevan. Así, pues, el monte bajo y las rastrojeras arden libremente y las alimañas se cobran su tributo de carne humana a sabiendas de que, aun cuando las cacen, nada grave les va a pasar, pues en última instancia hay un Tribunal Constitucional que acaba premiando “como sea” los esfuerzos encaminados al “pleno desarrollo” de los estatutos autonómicos.
Da la impresión de que la democracia prefiere seguir con los instrumentos (de viento) del estado de derecho que aplicar – horresco referens! – un eficaz sistema de cortafuegos.

Comentarios

  1. La patología de la democracia según las convenciones establecidas aboca indefectiblemente al masoquismo y al SIDA político (esto es, a la inmunodeficiencia).
    La única democracia que siento válida y asumible enlazaría en parte con Pareto y en parte con Ayn Rand: circulación fluida de élites, sin trombos ni coágulos (pero en las antípodas de la discriminación positiva, de las paridades, de las cuotas), meritocracia, en una palabra.
    Hay una escena en EL PIANISTA de Polanski que asocio con lo que acabo de decir: cuando el oficial alemán (¿trasunto de Jünger?) salva al protagonista pero, no sin antes haber comprobado que realmente toca bien el piano y que posee un valor real, tangible, sin caer en ciegas caridades ni en farisaicos amores "a la Humanidad" (esa señora a la que Renan dijo no tener el gusto de conocer).

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  2. Pareto fue uno que tuvo la cabeza clara y Ayn Rand el corazón caliente. Recomiendo la película italiana sobre la Revolución rusa "Los que vivimos", con Alida Valli y Fosco Giacchetti.

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  3. Aunque recuérdese que Ayn Rand da testimonio en LOS QUE VIVIMOS no del stalinismo (que no llegó a catar en carne propia, porque se fue antes de la URSS) sino de la NEP (el período más socialdemócrata de la historia rusa junto con la Perestroika) y su bestia parda fue más el totalitarismo "suave" del estado del bienestar que la etapa modelada por Stalin a partir de finales de los 20.

    Yo planteé allá por el 2004 una visión bastante herética e irritante para tirios y troyanos de AR en esta entrada:

    http://www.shadowline1.com/
    lineadesombra/atlas.htm

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