Sunday, September 29, 2013
Corcuera al habla
El patriotismo no es patrimonio de ningún partido No se puede hablar más claro. Ni un general jefe de región militar al día siguiente de pasar a la reserva.
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Friday, September 27, 2013
El fuego de las Luces
Francisco: Ilustración vs. Pueblo
Alberto
Buela (*)
Argentina tiene desde hace unos meses un Papa y no todos
los países se pueden dar el lujo de tener uno. Y cada vez que un país lo tiene,
su nombramiento incide directamente en la política de ese país. Así sucedió con
el Papa polaco sobre Polonia y la elección del presidente Lech Walesa del
movimiento obrero Solidarnösc o con el último Papa alemán sobre Alemania y su
política exterior respecto de la Turquía musulmana. Pasó lo mismo con el Papa
español y su bula Inter caetera sobre
América en favor de España.
Sin embargo, la designación de Francisco, logró en
Argentina todo lo contrario: la Presidente le dio consejos de cómo gobernar,
además de viajar a Roma para darle lecciones de cómo tomar mate y los jóvenes
alumnos del Colegio Nacional de Buenos Aires quemaron bancos de la Iglesia que
dio origen al colegio y la pintaron con leyendas anarquistas como: la única iglesia que ilumina es la que arde.
En el mismo diario La
Nación y en el mismo día sale un suplemento con fotos que dice: Buenos Aires es, después de Nueva York, la
segunda ciudad judía de las Américas, desde Barracas a Villa Crespo hay docenas
de sinagogas en la ciudad. Y el Colegio Nacional de Buenos Aires, es de
todos los colegios secundarios públicos de Argentina con mayor cantidad de
alumnos de ese origen. El rector de la Universidad de Buenos Aires, de la que
depende el Colegio Nacional es Rubén Hallú, también hebreo, que sucedió a otro
coreligionario, Jaím Echeverri, quien a su vez sucedió a otro “paisano” Oscar
Scuberoff y así ad infinitum. La
culpa no la tiene el chancho sino quien le da de comer, dice el viejo dicho
criollo.
Por supuesto que se van a rajar las vestiduras y dirán
que no tienen nada que ver, pero el hecho cierto es que el daño está hecho y
los responsables libres y gozando de su travesura. Tampoco los curas van a
hacer escándalo: tienen una costumbre de dos mil años, de tragar amargo y
escupir dulce.
Pero vayamos al meollo del asunto.
Es sabido que el Papa Francisco es más un pastor que un
teólogo de modo que su teología está dirigida a las ovejas y así reclama que los
pastores tenga olor a oveja y no a sacristía o escritorio. Va dirigida al
corazón de aquellos heridos de la vida:
divorciados, la madre que abortó y ahora tiene cuatro hijos, el cura que colgó
y quiere volver, el homosexual católico que desea practicar su fe, etc.
Él formó parte de los sacerdotes que, bajo la dirección
del insigne Lucio Gera, crearon la teología popular de la liberación.
Esto es, aquella que intentó la recuperación de la religiosidad popular y que
enfrentó a la teología marxista de la liberación. De modo tal que la
disyuntiva para Francisco se da entre pueblo o Ilustración. Y estos chicos del
Colegio nacional, alentados seguramente por sus padres y familias, encarnaron
con sus leyendas la defensa del iluminismo cuando salen en defensa de la iglesia que ilumina. Un iluminismo,
que como un nuevo totalitarismo democrático, pretende que la luz destruya a
aquello que la hace ser.
Estas consecuencias paradojales de Francisco Papa, nos
hacen ver que los enemigos de la Iglesia, como el diablo, no descansan. El
diario La Nación, vocero histórico de
los intereses de la masonería argentina, destacó en primera página el hecho y
sobre todo la consigna: la única iglesia
que ilumina es la que arde. Cosa que no hizo cuando hace unos días nomás se
congregaron 100.000 personas en la Virgen de San Nicolás o 700.000 cuando la
beatificación del cura Brochero en Córdoba o el millón que asistió a la fiesta
de la patrona de Salta.
Es interesante notar cómo las grandes movilizaciones de
masas católicas no son tenidas en cuenta, pero sí una consigna que viene de los
anarquistas del siglo XIX en contra de la Iglesia. Claro está, la Iglesia no
tiene quien la defienda, a lo más algún tonto como nosotros que ni siquiera
tiene abogado.
Qué nos está permitido esperar? Que el pueblo argentino
se ponga a la altura de las circunstancias-tiene un Papa en Roma-. Que la
dirigencia argentina se ponga a la altura de las circunstancias, pues también
tiene un Papa en Roma. Que la dirigencia de “la colectividad”, que acaba de
perder a Julio Werthein con más de treinta estancias en los avisos fúnebres, se
apiade de nosotros y no pretenda circuncidarnos a todos, como le solicitó François Mitterrand al gran
rabino de París.[1]Ellos
tienen que saber que también tienen un Papa en Roma.
Si Argentina contara con estos tres apoyos podríamos
ponernos a la altura de las circunstancias históricas que estamos viviendo y
encontrar el sentido metapolítico de nuestro país: nosotros no somos un “lugar de paso” como creen los que llevan su
dinero al exterior, los que buscan la doble nacionalidad o los que dicen ser
leales a dos banderas. Nosotros somos la “cabeza de puente” americana con
Europa, en donde por destinación universal, ahora tenemos un allá un “pontífice,
un hacedor de puentes”. Somos el único país de la tierra que posee esta
cualidad exclusiva. Estamos obligados a aprovecharla o, una vez más, perdemos
el sentido de la historia como lo perdió la generación posterior a la del
Centenario. De lo contrario seguiremos siendo siempre “un gran país, pero del
futuro”.
(*) www.disenso.info
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Thursday, September 26, 2013
Adiós a Mutis
Tuve gran amistad en Ginebra con una dama chilena, muy distinguida y muy comunista, a quien, por solidaridad “latina”, acompañé a la Sala Patiño a oír al colombiano Álvaro Mutis. Fue, como se diría en otros tiempos, una velada inolvidable, y Mutis dio una lección de sabiduría, inteligencia y sentido del humor. En el coloquio que siguió, el orador dijo con cómico énfasis que él se negaba a opinar sobre política contemporánea mientras alguien no le explicara de modo convincente las causas de la caída de Constantinopla en manos de los turcos. Esto colmó la paciencia de mi acompañante, cuya desazón iba en aumento, y me dijo que ella se iba y que si yo quería, que me quedara. Naturalmente, me fui con ella y me perdí el resto de las sabrosas réplicas de don Álvaro. (Así empezaba una vieja crónica para explicar mi "descubrimiento" del colombiano Nicolás González Dávila, de quien Mutis fue amigo y valedor, como también lo fue del Nobel García Márquez)

Mutis
El escritor hispanoamericano era un republicano transitorio y un autor civilizado
25.09.2013 | 02:19
Ignacio Gracia
Noriega
Hace algo más de diez años me avisó el poeta Aquilino Duque:
-¡Ojo con Mutis, porque va a ser el próximo premio «Cervantes»!
Yo no sabía quién era Mutis o no tenía una idea muy definida de quién pudiera ser, ya que sólo me sonaba Celestino Mutis, quien siendo botánico y habiendo fallecido en 1832, tenía pocas posibilidades de ser agraciado con un galardón literario: aunque cualquiera sabe. De todos modos le pregunté a Aquilino por qué estaba tan seguro y me contestó:
-Porque lleva toda la vida declarándose monárquico, pero acaba de hacer encendidos elogios a la segunda república española.
Y, en efecto, en 2001 recibió el premio «Cervantes» de manos de don Juan Carlos I, rey de quien entonces se decía que presidía una república coronada. Eran otros tiempos y ni los republicanos ni los separatistas andaban tan virulentos como ahora, y gobernaba Aznar, que gracias a Dios no era Rajoy, por lo que tuvieron la oportunidad de recibir el premio «Cervantes» un anticastrista declarado como Cabrera Infante y un monárquico por coquetería como el actualmente difunto Mutis, el cual, viendo que al Milongas de Buenos Aires le había salido muy bien declararse conservador, se proclamó monárquico, pero que suena más distinguido. Hijo de papá diplomático y con aspecto de haber pisado buenas alfombras, por el bigotito y la protocolaria sonrisa recordaba a Carlos Fuentes, aunque por fortuna no le emulaba en desfachatez. Alardeaba de ascendencia española probablemente entroncada con el botánico Mutis, también gaditano y muerto en Bogotá. Estos hispanos son como San Pablo, que recordaba que era súbdito romano cuando le convenía. Mutis formó parte de la última remesa del «boom» (ese movimiento editorial de onomatopeya artillera), por lo que figura en segunda o tercera fila. Hoy lo del «boom» ha quedado más anticuado que la cuaderna vía, pues como en la «madre patria» se acabaron los dineros y Barcelona es una aldea al lado de París, ya no se les perdió nada aquí, salvo a alguna especie tan mediocre como Luis Sepúlveda, enquistado en nuestra verde tierra y sacándole rentabilidad a haber conocido a un sindicalista amazónico.
Posteriormente leí algún libro de Mutis: «Amirbar» y «La última escalada del " Tramp Steamer"», bien escritos si los comparamos con los de Sepúlveda, pero de un cosmopolitismo tal como lo entiende un hispanoamericano, es decir, exagerado y sonrojante. Creó el personaje de Maqroll el Gaviero, que pretende ser mítico y se queda en mímico, y algunos de sus libros tienen títulos muy buenos como «Ilona llega con la lluvia». Titular bien es un arte de mucha categoría.
Acaso en esta necrológica no se diga lo que debe decirse en una necrológica, pero hay cosas de los escritores hispanos en general que deben recordarse. Y disculpan a Mutis su republicanismo transitorio, ya que era un autor civilizado, muy de su tiempo y con buena educación sintáctica.
Hace algo más de diez años me avisó el poeta Aquilino Duque:
-¡Ojo con Mutis, porque va a ser el próximo premio «Cervantes»!
Yo no sabía quién era Mutis o no tenía una idea muy definida de quién pudiera ser, ya que sólo me sonaba Celestino Mutis, quien siendo botánico y habiendo fallecido en 1832, tenía pocas posibilidades de ser agraciado con un galardón literario: aunque cualquiera sabe. De todos modos le pregunté a Aquilino por qué estaba tan seguro y me contestó:
-Porque lleva toda la vida declarándose monárquico, pero acaba de hacer encendidos elogios a la segunda república española.
Y, en efecto, en 2001 recibió el premio «Cervantes» de manos de don Juan Carlos I, rey de quien entonces se decía que presidía una república coronada. Eran otros tiempos y ni los republicanos ni los separatistas andaban tan virulentos como ahora, y gobernaba Aznar, que gracias a Dios no era Rajoy, por lo que tuvieron la oportunidad de recibir el premio «Cervantes» un anticastrista declarado como Cabrera Infante y un monárquico por coquetería como el actualmente difunto Mutis, el cual, viendo que al Milongas de Buenos Aires le había salido muy bien declararse conservador, se proclamó monárquico, pero que suena más distinguido. Hijo de papá diplomático y con aspecto de haber pisado buenas alfombras, por el bigotito y la protocolaria sonrisa recordaba a Carlos Fuentes, aunque por fortuna no le emulaba en desfachatez. Alardeaba de ascendencia española probablemente entroncada con el botánico Mutis, también gaditano y muerto en Bogotá. Estos hispanos son como San Pablo, que recordaba que era súbdito romano cuando le convenía. Mutis formó parte de la última remesa del «boom» (ese movimiento editorial de onomatopeya artillera), por lo que figura en segunda o tercera fila. Hoy lo del «boom» ha quedado más anticuado que la cuaderna vía, pues como en la «madre patria» se acabaron los dineros y Barcelona es una aldea al lado de París, ya no se les perdió nada aquí, salvo a alguna especie tan mediocre como Luis Sepúlveda, enquistado en nuestra verde tierra y sacándole rentabilidad a haber conocido a un sindicalista amazónico.
Posteriormente leí algún libro de Mutis: «Amirbar» y «La última escalada del " Tramp Steamer"», bien escritos si los comparamos con los de Sepúlveda, pero de un cosmopolitismo tal como lo entiende un hispanoamericano, es decir, exagerado y sonrojante. Creó el personaje de Maqroll el Gaviero, que pretende ser mítico y se queda en mímico, y algunos de sus libros tienen títulos muy buenos como «Ilona llega con la lluvia». Titular bien es un arte de mucha categoría.
Acaso en esta necrológica no se diga lo que debe decirse en una necrológica, pero hay cosas de los escritores hispanos en general que deben recordarse. Y disculpan a Mutis su republicanismo transitorio, ya que era un autor civilizado, muy de su tiempo y con buena educación sintáctica.
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Sunday, September 22, 2013
Humanas palabras
* Empieza a
circular la transcripción de una entrevista que le hiciera al entonces cardenal
Jorge Mario Bergoglio en Argentina el periodista de tendencia socialista Chris
Mathews.
Bergoglio termina acribillando a Mathews
de tal forma que MSNBC, el canal de noticias por cable 24h de Estados Unidos que
la había encargado, nunca la pasó al aire. El video fue archivado pero un
estudiante que hacia pasantías en el canal lo copió y entregó a su profesor en
la universidad. Del intercambio entre el Cardenal hoy Papa Francisco y el
periodista se extrae esta intensa discusión sobre la
pobreza.
“Culpo a los políticos que
buscan sus propios intereses. Los socialistas creen en la redistribución que es
una de las razones de la pobreza. Ustedes quieren nacionalizar el universo para
controlar todas las actividades humanas. Ustedes destruyen el incentivo del
hombre para, inclusive, hacerse cargo de su familia, un crimen contra la
naturaleza y contra Dios. Estas ideologías crean más pobres que todas las
corporaciones que ustedes etiquetan como diabólicas”.
*La mejor parte de la
entrevista es cuando replica Mathews: “Nunca había escuchado algo así de un
cardenal”, a lo cual el hoy Papa suelta esta perla: “La gente dominada por
socialistas necesita saber que no tenemos que ser pobres. El imperio de la
dependencia creado por Hugo Chávez, con falsas promesas, mintiendo para que
lleguen a arrodillarse ante el gobierno y ante él. Dándoles peces pero sin
permitirles pescar. Si en América Latina alguien aprende a pescar, es castigado
y sus peces confiscados por los socialistas. La libertad es castigada. Tú hablas
de progreso y yo de pobreza. Temo por América Latina. Toda la región está
controlada por un bloque de regímenes socialistas como Cuba, Argentina, Ecuador,
Bolivia, Venezuela, Nicaragua. ¿Quién los salvará de esa
tiranía?”.
*El periodista acusa al
Cardenal de capitalista, a lo cual el purpurado responde:
“Si pensar que el capital es
necesario para construir fábricas, escuelas, hospitales, iglesias, tal vez lo
sea. ¿Tú te opones a este proceso?”.
El periodista dice que no,
pero pregunta si no piensa que el capital es arrebatado de la gente por
corporaciones abusivas, a lo cual Bergoglio lanza está más que revolucionaria
respuesta:
“No, yo pienso que la gente,
a través de sus opciones económicas, decide que parte de su capital irá para
esos proyectos. La utilización del capital debe ser voluntaria. Solo cuando los
políticos confiscan ese capital para construir obras del gobierno, alimentar la
burocracia, surge un grave problema. El capital invertido de forma voluntaria es
legítimo, pero el que se invierte a base de coerción, es ilegitimo”.
Mathews tilda de radical al
Cardenal, quien tranquilamente le dice:
“Te ves muy enojado pero la
verdad puede ser dolorosa. Ustedes han creado el estado de bienestar y ha sido
solo respuesta a las necesidades de los pobres creados por la política. El
estado interventor absuelve a la sociedad de su responsabilidad. Las familias
escapan de su responsabilidad con el falso estado de bienestar e inclusive, las
iglesias. La gente ya no practica la caridad pues ve a los pobres como problema
del gobierno. Para la iglesia ya no hay pobres que ayudar, los han empobrecido
permanentemente y son ahora propiedad de los políticos. Y algo que me irrita
profundamente, es la inhabilidad de los medios para observar el problema sin
analizar cuál es la causa. A la gente la empobrecen para que luego vote por
quienes los hundieron en la pobreza”.
Saturday, September 21, 2013
Thursday, September 19, 2013
Crónica anacrónica
30. La
segunda oportunidad
Llevamos ya un cuarto de siglo en que no
está bien visto hablar de España en España y en que todo español que se respete
intelectualmente considera que ser español es una vergüenza. El la, como
decimos en Italia, lo dio la casta intelectual, con Cela y otros pícaros del
fondo de reptiles, cuando anunciaron su propósito, afortunadamente incumplido,
de hacer una comedia musical titulada El ciento y la madre patria y todo lo
demás. La Antiespaña que todos los
españoles, sin distinción de derechas e izquierdas, llevamos dentro, reventó
como una represión más del “régimen anterior”, y poco a poco se fue afirmando
la incompatibilidad entre ser patriota y ser demócrata. Esta incompatibilidad
hizo crisis en una tenebrosa noche de febrero de 1981 y fue Su Majestad en
persona quien zanjó la cuestión y salvó la democracia.
Parece ser que la principal finalidad de
aquella extraña conspiración, al menos en su nunca aclarada “trama civil”, fue
el “golpe de timón” que pedía el anciano Tarradellas, más patriota que
demócrata, para evitar situaciones como las que no tardarían en plantearse en
ciertas regiones españolas. Las oligarquías de esas regiones han tenido un
cuarto de siglo para acreditar su perversa idea de lo español. A ver si ahora
Su Majestad es capaz de salvar a la patria como antaño salvó a la democracia.
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