10. La espada de Damocles
A lo largo del siglo XX el hombre ha intentado varias veces suprimir la guerra, para lo cual ha habido que hacer varias guerras. Las dos guerras mundiales se hicieron para eso; eran guerras para acabar con todas las guerras. Pero es que acabar con la guerra es como acabar con la muerte, otra ilusión de algunas utopías de nuestro tiempo. Mientras el mundo exista, habrá guerra como hay muertes y hay enfermedades, y lo único que el hombre puede hacer al respecto es tratar de mitigarlas, como ya se ha hecho repetidamente, en el caso de la guerra, desde los tratadistas del derecho de gentes hasta los Convenios de Ginebra. En estos Convenios, la guerra está sometida a unas reglas de juego; claro está que a veces los combatientes no las cumplen, pero para eso está la figura jurídico-penal del crimen de guerra, para castigar al que no las cumple si es que pierde la guerra. El que la gana queda absuelto por el mismo hecho de haber ganado. Esto fue así en Nuremberg, antes de Nuremberg y después de Nuremberg.
Lo que está fuera del juego según los Convenios es el invento español de la guerrilla, es decir, el bandolerismo con fines políticos, la lucha a traición, el terrorismo, que los códigos de justicia militar solían castigar con el fusilamiento por la espalda. Esta forma de guerra ha venido cobrando tanto prestigio en el mundo moderno, al amparo del antimilitarismo, que ahí la tenemos, invisible y omnipresente, espada de Damocles sobre cada una de nuestras cabezas.
A lo largo del siglo XX el hombre ha intentado varias veces suprimir la guerra, para lo cual ha habido que hacer varias guerras. Las dos guerras mundiales se hicieron para eso; eran guerras para acabar con todas las guerras. Pero es que acabar con la guerra es como acabar con la muerte, otra ilusión de algunas utopías de nuestro tiempo. Mientras el mundo exista, habrá guerra como hay muertes y hay enfermedades, y lo único que el hombre puede hacer al respecto es tratar de mitigarlas, como ya se ha hecho repetidamente, en el caso de la guerra, desde los tratadistas del derecho de gentes hasta los Convenios de Ginebra. En estos Convenios, la guerra está sometida a unas reglas de juego; claro está que a veces los combatientes no las cumplen, pero para eso está la figura jurídico-penal del crimen de guerra, para castigar al que no las cumple si es que pierde la guerra. El que la gana queda absuelto por el mismo hecho de haber ganado. Esto fue así en Nuremberg, antes de Nuremberg y después de Nuremberg.
Lo que está fuera del juego según los Convenios es el invento español de la guerrilla, es decir, el bandolerismo con fines políticos, la lucha a traición, el terrorismo, que los códigos de justicia militar solían castigar con el fusilamiento por la espalda. Esta forma de guerra ha venido cobrando tanto prestigio en el mundo moderno, al amparo del antimilitarismo, que ahí la tenemos, invisible y omnipresente, espada de Damocles sobre cada una de nuestras cabezas.
Siempre habra guerras y creo que las del futuro serán guerras económicas pero amparadas por ideologías religiosas.La llama de la violencia cada vez se ve más grande en el panorama mundial.
ResponderEliminarDe hecho, ya sólo existe la guerrilla, bien por razones más o menos viscerales de "reivindicación" bien por puro y duro mercenarismo de los estados, como estas subcontratas que mandan los USA a Irak desde que desapareció el ejército regular en la Unión tras el trauma de Vietnam y el acoso y derribo de Nixon.
ResponderEliminarTal vez los únicos ejércitos serios que hoy quedan sean el chino, el israelí (ya de por sí bastante sui generis -surgido de grupos terroristas y fascistizantes, pero con ese fuerte espíritu reservista y libre de complejos que lo acerca casi a la nación armada de los tiempos jacobinos en que se fogueó Napoleón-) y el ruso (si continúa la recuperación de las estructuras de autoridad de ese país tras el caos corrupto del yeltsinato). Habría otros como el norcoreano o el de Myanmar que tal vez tengan más que ver hoy por hoy con los señores de la guerra.
En cuanto al ejército oenegero español, más valdría, visto lo visto, que el gobierno optase por la opción costarricense de suprimirlo y quedarse sólo con fuerzas policiales (que, por otra parte, es con quien mejor se entienden, en el sentido más mexicano de la palabra -desde el 11M hasta el día de hoy-).
Menos mal que aún nos queda el Ejército suizo.
ResponderEliminarMuy similar al israelí en su concepto actual de "reservismo a tope".
ResponderEliminarAunque, si la CH empieza a encuadrarse en instituciones de las que hasta ahora pasaba, lo mismo la malean y se fastidia la excepción helvética.
O bien (la Padania parece que va por ahí, si nos atenemos a las premisas de la Liga Norte) es el modelo suizo el que se expande y Europa (al menos, en parte) sale ganando.
Comunitarismo frente al falso dilema cocoonismo neoliberal/pesebrismo priísta (llamarlo socialdemócrata es casi un halago inmerecido). O sea, cada uno en su casa y Dios en la de todos, religando.
Siempre he pensado que para que un país tenga un ejército como Dios manda, los civites tienen que querer servir en las legiones.
ResponderEliminarEso en España no sucede desde hace mucho tiempo.
Es un tema de mimbres y canastos.
Hace mucho tiempo, cuando aún andaba en banderías y participaba en congresos y me tomaba la molestia de sugerir ideas para programas de gobierno, se me ocurrió esto, que lo mismo (maybe) viene al caso:
ResponderEliminarAnálisis objetivo del rechazo juvenil al Ejército: rechazo más egoísta que pacifista y consecuencia del completo divorcio existente entre las FFAA y la Sociedad a la que sólo sirven formalmente, pues las directrices militares de los países adscritos (o en vías de adscripción) a la OTAN se fijan fuera de estos países.
Defensa del voluntariado frente a toda obligatoriedad de servicio, por muy reducida de tiempo que se pretenda establecer. [esto, por si a alguno le suena a demagogia progre laxa y tal, más bien va a lo contrario, a una "legionarización" del asunto]
Intensa motivación ética frente a aventurerismos frívolos, fijaciones pretorianas o profesionalismos mercenarios. Estricta voluntad de autodefensa. [lo de la autodefensa no va de buen rollito oenegero, que si se piensa bien es el más nocivo e insidioso de los colonialismos, sino de recuperar el modelo chino de defender las fronteras a toda costa más que de ambiciones expansionistas que luego nos tengamos que envainar -pensemos en el contraste tan bochornoso entre aquellas eufóricas REIVINDICACIONES DE ESPAÑA de Areilza y Castiella, y la precipitada salida del Sahara cuando la "Marcha Verde" unos lustros después]
Tanto en las Fuerzas de Orden Público como en la tenencia de particulares, se restringirá el uso y compra de armas con efecto letal sustituyéndose progresivamente por armas de disuasión que tiendan a la inmovilización y reducción del agresor y no a su muerte. Se potenciará la investigación para lograr armas disuasorias de mayor eficacia.
El servicio militar tendrá dos variantes: la formación de cuerpos de élite castrense y de las fuerzas de policía, así como la educación ciudadana en la autodefensa. Artes de defensa personal y uso de armas de disuasión se enseñarán a toda persona, no importa su sexo, que decida (en el momento de su vida que sea) hacer el servicio. Sólo los militares, en tanto cuerpo de élite, tendrán acceso a armamento convencional (con capacidad letal), cara a una posible confrontación bélica (si la situación lo requiere, por razones de emergencia, se ampliará este acceso a policía y ciudadanos). [aquí dejo clara mi muy distinta valoración, en cuanto a confianza se refiere, entre lo castrense y lo policial]
El lote completo de propuestas, aquí: http://tinyurl.com/lnn23l