RECORDATORIO
- Miércoles, 14 de Diciembre de 2005 -
El régimen del 11 de marzo
Aquilino Duque
Del mismo modo que la segunda República fue el régimen del 14 de abril y el “régimen anterior” el del 18 de julio, el régimen actual es el del 11 de marzo. Gracias al 11 de marzo el pueblo soberano se dejó seducir por un partido que siempre presumió de lo que no tuvo nunca y que nunca tuvo escrúpulos en explotar los instintos más primarios del rebaño. El 11 de marzo con todo tuvo un precedente, que fue el 23 de febrero, porque aunque no tenga punto de comparación lo ocurrido en una y otra fecha, sí que lo tiene, y grande, la operación de engaño que permitió la explotación de ambas. El engaño del 23 de febrero consistió en atribuir la intentona precisamente al hombre que la hizo fracasar y su resultado fue la eliminación de la milicia como “poder fáctico”, como entonces se decía, de suerte que el papel que le reconoce la vigente Constitución, a saber, la de garante de la integridad de la patria, es ahora papel mojado. El engaño del 11 de marzo consistió en atribuir el estrago a sus víctimas políticas, con el fin de aislarlas y eliminarlas a perpetuidad para que no estorbasen los cambios drásticos o traumáticos que habían de acabar de una vez por todas con esa pesadilla trimilenaria llamada España.
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El régimen del 11 de marzo
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Del mismo modo que la segunda República fue el régimen del 14 de abril y el “régimen anterior” el del 18 de julio, el régimen actual es el del 11 de marzo. Gracias al 11 de marzo el pueblo soberano se dejó seducir por un partido que siempre presumió de lo que no tuvo nunca y que nunca tuvo escrúpulos en explotar los instintos más primarios del rebaño. El 11 de marzo con todo tuvo un precedente, que fue el 23 de febrero, porque aunque no tenga punto de comparación lo ocurrido en una y otra fecha, sí que lo tiene, y grande, la operación de engaño que permitió la explotación de ambas. El engaño del 23 de febrero consistió en atribuir la intentona precisamente al hombre que la hizo fracasar y su resultado fue la eliminación de la milicia como “poder fáctico”, como entonces se decía, de suerte que el papel que le reconoce la vigente Constitución, a saber, la de garante de la integridad de la patria, es ahora papel mojado. El engaño del 11 de marzo consistió en atribuir el estrago a sus víctimas políticas, con el fin de aislarlas y eliminarlas a perpetuidad para que no estorbasen los cambios drásticos o traumáticos que habían de acabar de una vez por todas con esa pesadilla trimilenaria llamada España.
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