Presentación de Alonso de los Ríos


Es verdad que yo no debería dar las gracias a esta casa, a la editorial Renacimiento y a Aquilino Duque por haberme elegido como presentador de “Caza mayor” sino, más bien, esperarlas de ellos. ¿Por qué, sin embargo, quiero hacerlo? Porque, al presentar esta novela, me han obligado a algo tan gratificante como es revisitar o visitar por vez primera algunas partes de la obra de Aquilino Duque. Pero quiero decirles también que este contento mío por haber sido elegido para tal misión, tiene un lado que no es sólo literario o estético sino también moral e incluso político. Porque debo decir ya que hablar positivamente de este escritor, al menos como ensayista requiere un cierto grado de arrojo y un alto grado de independencia. Lo cual me va. Se me pide que hable de una persona que a lo largo de los años, anteriores y posteriores al cambio de régimen, ha sido tratada de forma expresa unas veces y otras sobreentendida por el común de los profesionales de la política y el pensamiento dominante como persona poco grata. Por esa razón, quizá, tienen mérito los premios Fastenrath y Nacional de Literatura.
Quizá esta imagen de pensador que desazona por inclasificable, por indomable, ha constituido para mí uno de los atractivos mayores de Aquilino Duque, lo cual habla también de mi propia forma de ser. De Aquilino Duque me gusta que se rebele no sólo contra los lugares comunes, no sólo contra lo que pueda ser considerado políticamente correcto, sino también contra las formas que han ido adoptando las críticas a los convencionalismos de cada época. Quiero decir que yo puedo no llegar a estar de acuerdo en las conclusiones de Aquilino Duque como crítico pero sí en el ejercicio mismo de la crítica. En la gimnasia mental, en el método para estar en forma, es decir, en la lucidez.
AD es un caso raro en nuestras letras. Pocos han sido capaces de acumular tal capital cultural como el exigible a un creador, a un intelectual, a un maestro.
Quizá el lado poético de Aquilino Duque es el menos debelador, en el que se muestra más conciliador. Se diría que con los únicos que AD se encuentra bien es con los poetas. Desde Pemán a Alberti. De hecho a todos ellos les dedica poemas. Por ejemplo en “La calle de la luna” donde reúne poemas que van de 1950 a 1958 dice con permiso de Joaquín Romero Murube “Si tú vieras el río por las huertas de Gelves/ sé que te gustaría”; y con permiso de Alberti dice ”Reloj de arena, tu cuerpo/ Te estrecharé la cintura/ para que no pase el tiempo”; o en celebración de Pablo García Baena escribe” yo quisiera ir a tu casa/ y no conozco el camino/ Que me lo enseñen tus ojos, Que me guíen tus suspiros”…De los mismos años son los poemas de “El campo de la verdad”, más cercanos los reunidos en “De Palabra en Palabra” premiado con el Leopoldo Panero del 67 y el Fastenrath del 72. “El invisible anillo” que es título tomado de dos versos geniales de Bécquer ya que son por sí solos todo un tratado de estética, pasa de la embriaguez del azahar sevillano al coloquialismo social: “Cuando nací, ya sabe usté, ya estaba/España hecha y deshecha/ y, como siempre dividida/ en hijosdalgo e hideputas”
Si por “El mono azul” ya habló el premio Nacional de Literatura quiero en esta breve síntesis dar mi premio personal a “La linterna mágica” , publicada en 1971, porque yo creo que es una novela única entre las españolas ya que en ella se describe mejor que en cualquier otra la revolución de costumbres de finales de los sesenta y la nueva religión basada en la paz, el sexo y las drogas, una despedida del Occidente a lo que iba a llegarnos ahora con la globalización. Más ciudadano del mundo que nadie este funcionario internacional, obligatoriamente cosmopolia, dedica cada uno de los capítulos a una ciudad: Roma, Nueva York, París, Roma de nuevo, Os grandes expressos europeus, Praga , Viena, Roma otra vez…
Pero como ni la poesía ni la narrativa son los instrumentos más eficaces para dar con las claves de la verdad- el objetivo en definitiva- AD ha necesitado el ensayo y en él ha sabido moverse con libertinaje. Así por ejemplo en un libro que les recomiendo a ustedes, por si no lo conocen, y que se titula la “La idiotez de la inteligencia”, publicado en 1982, comienza con una crítica brutal a un autor cuyo libro aún sigo citando. Me refiero a Julien Benda y a "La traición de los clérigos" o, si se prefiere, "de los intelectuales”. Pero si con Aquilino Duque me unen las discrepancias ¿qué decir de las coincidencias? Por ejemplo nuestra común valoración de Ortega como gran filósofo, gran pensador y nuestra solidaridad con aquel error capital que tuvo al soñar con una república de profesores que iba a terminar resultando una democracia de energúmenos.
Pero pasemos ya al motivo principal de esta reunión, esto es, a la presentación de “Caza Mayor”, novela publicada por la editorial Renacimiento. Si se me permite que dé unos de esos juicios globales que suelen elegir los editores al hacer publicidad de un libro, deberé decir que “Caza mayor” consigue compaginar el interés de una trama de espías y la seducción de la marcha de la Historia. Para ustedes y para mí debo decir que me encanta que esté tan bien escrita, que tenga tantos guiños de ojo culturales, que en ese sentido sea minoritaria, como se lo merece la gente culta…que al fin y al cabo es la que compra y la que lee o sabe leer. ¿Reduce Aquilino Duque la historia de la Humanidad al decir que el siglo pasado la paz y la guerra tuvieron que ver con algunos líos o desentendimientos de unas grandes familias? Por cierto el Duque de Windsor tan de moda estos días por la maravillosa película inglesa viene en las primeras páginas de la novela a Doñana y volverá en las últimas. ¿Novela con personajes imaginados o históricos? Más reales que los de “Las máscaras furtivas”. Un análisis estilo padre Schoekel nos obligaría a detenernos ya en las dos primeras líneas por su tono irónico. Dice asi: “El lunes 1 de julio de 1929 vivían los españoles en el mejor de los mundos, en la bonanza de la Dictadura de Primo de Rivera” ¿Y si no se tratara de ironía sino de una apuesta del autor, políticamente nada correcta, por una época injustamente valorada? En todo caso estaríamos ante un buen arranque de novela: sitúa e intriga. Inmediatamente los protagonistas quedan definidos desde el punto de vista de la clase a la que pertenecen: “La pasión de ella eran las antigüedades y la de él las cacerías” Enseguida se nos dirá que las cacerías son safaris en Africa y que el personaje “puesto a elegir entre una mujer y una escopeta, opta por una escopeta”. Pero si el primer capítulo y el último serán para acotar el tiempo y las sensibilidades ante unos determinados paisajes andaluces, en el segundo van a aparecer ya los personajes dedicados a la política y al espionaje. Inmediatamente aparecen el Cuñadísimo y el Duque de Alba y los Azcárate… y un tal Alcázar de Velasco, que fue novillero y falangista hedillista que estuvo en contra del decreto de Unificación y por tal cosa fue condenado a pena de reclusión perpetua, nombrado agregado de prensa en la embajada española en Londres durante la guerra mundial, por su condición de espía al servicio de Alemania… Quizá el lector tome conciencia gracias a la lectura de esta novela cómo Franco llegó a tener más enemigos a muerte de los que se cree, unas veces para que se llevara a cabo la revolución pendiente y otras para que fuera instaurada la monarquía de Don Juan… Pero no les contaré más Tan sólo les diré que si el autor se lo pasó muy bien inventándose algunos personajes, yo, como lector también me lo he pasado en grande. Y por eso le agradezco que me haya invitado a presentar el libro. En todo caso mi admiración por él habría sido suficiente para que yo hubiera leído el libro. Regalado a ser posible. Manda la crisis.

Comentarios

  1. Empecé a disfrutar de César Alonso de los Ríos en aquel periódico EL INDEPENDIENTE (clausurado por el felipismo como el MADRID lo había sido por el franquismo -de manera más sucia, porque a fin de cuentas Felipe, a diferencia de Franco, no era sólo "responsable ante Dios y ante la Historia"-) y muchos años más tarde lo reencontré en Intereconomía (en la tertulia MAS SE PERDIO EN CUBA) y me volvió a enganchar y a parecerme de lo mejor que abre la boca y emite opiniones en esa cadena. Ahora, leída esta entrada, me reafirmo en mi respeto por este señor. Sobre todo, cuando pienso en cierto poeta/funcionario del PP, quien, en un off the record previo a una tertulia noctámbula de Dragó en Telemadrid, al mencionar yo al responsable de esta bitácora viñamarinense, acentuó un poco más su habitual gesto altivo y masculló "OH, ESE FASCISTA".

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  2. Poeta y funcionario del PP, curioso spécimen

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  5. Aunque no todos están afiliados a ese sindicato de la poesía (los hay también profesores, pintores, etc.), abunda mucho esa especie de intelectual orgánico en el PiPí, estimado D. Aquilino. Usted los sabe bien. Se les conoce precisamente por las críticas a los "Fascistas", como a sus compadres del Soe.

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  6. Lo de "orgánico", adjetivo que se me hace grandemente sugerente aplicado al sustantivo "democracia", cuando va pegadito cual enema a la trasera de la palabra "intelectual", siempre me lleva a pensar en las cosas del agro (por aquello de los abonos).

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  7. A mi lo que me preocuparía de verdad es que no me llamasen facha... sintoma inequívoco de que se mueve uno en los estrechos márgenes de la corrección política. La presentación fué estupenda Aquilino, lo pasamos muy bien.

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