Damnatio memoriae

Damnatio memoriae
No es nada nuevo que un régimen político condene al que lo precedió, pero esa condena es tanto más encarnizada cuando el que condena procede “sin traumas” del condenado. Es natural que el régimen que padece España procurase distanciarse del que lo precedió, entre otras cosas porque mantenerlo hubiera sido un anacronismo, pero lo que no tiene nada de natural es que al cabo de más de treinta años, pretenda borrarlo de la memoria colectiva identificándose nada menos que con la Historia. La expresión “condenado por la Historia” la puso en circulación el movimiento triunfante en Rusia en 1917 y la hemos venido padeciendo desde entonces, hasta que la Historia de verdad, harta de tan grosera suplantación, que duró tres cuartos de siglo, mandó a los suplantadores a su “cubo de la basura” (otra expresión acuñada también por esos mismos suplantadores).
Es muy difícil echar toda la culpa de estas operaciones a tal o cual partido o a tal o cual institución. Para mí los que menos respeto se merecen de todos son los que temen que esta Damnatio memoriae se los lleve a ellos por delante, es decir, “eche por la borda treinta años de democracia”, treinta años en los que se han puesto las bases de la situación presente. Y es que los presuntos beneficiarios de esos treinta años, que llaman “reconciliación” al cambio de chaqueta, no se arrepienten de la alegría con que ya intentaron en su día echar por la borda los cuarenta años precedentes.

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