El cine y los jardines
EL CINE Y LOS JARDINES
Él fue expulsado del Jockey Club y, siguiendo el consejo volteriano, se dedicó a la botánica y a la jardinería; ella se lanzó a demostrar en la práctica que por algo descendía del marqués de Sade
DURANTE muchos años presidió la Sociedad francesa de Amigos de los
Jardines el vizconde Charles de Noailles. Charles de Noailles fue el
afortunado mortal que logró contraer matrimonio con la heredera de una
de las primeras fortunas de Francia: Marie Laure Bischoffsheim. La boda
se celebró en Grasse enn 1923. Apasionados del arte y sobre todo de la
celebridad que el arte puede reportar, los jóvenes esposos abrazaron la
carrera de mecenas. Era la moda y la mayor parte de los puestos de
mecenazgo estaban ya ocupados: la música la tenía la princesa de
Polignac, née Winnaretta Singer; la danza Misia Sert; los bailes de
sociedad y los raouts (los saraos) los Étienne de Beaumont. No quedaba
más que el cine y lo agarraron por donde más quemaba, por el lado
surrealista. Fueron ellos los que financiaron aquellas películas ante
las que era de rigor caer en éxtasis si no se quería pasar por filisteo y
retrógrado y en las que el mal gusto se da la mano con el tedio y la
perversidad: Le sang d’un poète, Un chien andalou, Le mystère du
château du Dé, L’Âge d’or. A Cocteau lo conocía Marie Laure desde los
quince años cuando, ceguera de la adolescencia, see enamoró de él; la
amistad sería eterna y él la llamaba Marie Laure de Noailles, nez (que
suena en francés igual que née) Bischoffsheim. Del lado judío le venía
no sólo la nariz, sino la fortuna, pero sus aficiones en cambio se las
atribuía a su abuela Laure de Sade, inmortalizada por Proust como Oriane
de Guermantes, descendiente de la Laura del Petrarca y del marqués de
Sade. La primera aventura jardinera y cinematográfica de la pareja fue
el jardín cubista de Hyères, donde Man Ray rodó Le mystère du château du
Dé, y el escándalo con el que el mecenazgo hizo crisis fue el estreno,
en su mansión de la plaza de los Estados Unidos, de L' âge d'or,de Buñuel
y Dalí. Ese empeño en elevar el crimen a obra de arte tiene unos
antecedentes y unas secuelas. Los antecedentes están en toda una
estética y una ética que llega desde el marqués de Sade hasta los
surrealistas. En una de sus obras, dice Louis-Ferdinand Céline: Ce qui
guide toujours le mieux c’est l’odeur de la merde. Años después, en la
«nueva era» que en palabras de Alberti inauguró el 18 de julio, el
propio Dalí, que en algo se le tenía notar que era hijo de notario,
levantaba acta de las consecuencias prácticas del sentido de la célebre
peliculita en los términos siguientes: La carne resucitó en el
desentierro de los amantes de Teruel… El miliciano de la FAI llegaba al
café del brazo de la momia de una monja del siglo XII, que acababa de
desenterrar… De todas partes subía en la martirizada España un olor de
incienso, de casullas, de quemada grasa de curas y de carne espiritual
descuartizada, que se mezclaba con el olor a pelo goteante del sudor de
la promiscuidad de esa otra carne, concupiscente y tan paroxísticamente
descuartizada, de las multitudes que fornicaban entre sí y con la
muerte.
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Años atrás, al estrenarse l a película sin otro propósito
inmediato que el de épater le bourgeois con uun refinado alarde de
transgresión, la sociedad tenía aún reflejos y capacidad de reacción.
Él, Charles, fue expulsado del Jockey Club y fue cuando, siguiendo el
consejo volteriano, se dedicó a la botánica y a la jardinería; ella se
lanzó a demostrar en la práctica que por algo descendía del marqués de
Sade. Sus provocaciones y sus alardes hicieron época. A última hora, a alguien que la conocía bien y no se dejaba ofuscar por sus
aspavientos, le confesaría que siempre le fue inaguantable el anticlericalismo de André Bretón, que le molestaban las blasfemias y
que, sin tener la piedad de su madre, nunca había querido ofender a
Dios. Murió en 1970, a la edad de 69 años. El vizconde presidía aún los
Amigos de los Jardines en 1972. Paul Morand, después de hablar con él
por teléfono, comentaba en su diario: «La dificultad para un hombre tan
encantador y tan manso como Charles de vivir, o de sobrevivir, al lado
de M.- L. En el fondo, por algo es el descendiente de ese vizconde de
Noailles, diputado de la nobleza en los estados generales de la noche
del 4 de agosto, que propuso el abandono previa indemnización de sus
derechos feudales.» El matrimonio, del que hubo dos hijas, no duraría
mucho, sin que la ruptura del vínculo llevara consigo la de la
convivencia. A alguien que le preguntaba si a Charles le gustaban los
hombres o las mujeres, Marie-Laure se limitaba a contestar: Il aimait
les fleurs.
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