3. La lengua de Cervantes
Parece ser que en el acto de concesión del "Premio Cervantes", el actual Jefe del Estado cometió la incorrección política de excederse en el elogio ritual de la lengua española, al afirmar que nunca fue impuesta por la fuerza. Dada la balcanizante coyuntura que atraviesa nuestra patria, no tardaron en llover las protestas indignadas de españoles de ambos hemisferios, como se decía en la Constitución de Cádiz. Si sólo hubieran protestado los de acá, la cosa se arreglaba con sacar el chivo expiatorio del franquismo; lo malo fue que, al protestar los de allá, quedaba en entredicho lo más importante de nuestra historia común. Si el Rey sólo respondiera de sus palabras y de sus actos ante Dios y ante la Historia, no habría más que hablar, pero un rey constitucional ha de templar demasiadas gaitas y tratar de salir del trance con la mayor elegancia posible.
Decía don Ramón Carande que al español hay dos cosas que no le gustan, a saber, que lo eduquen y que lo hagan trabajar, y mucho antes la sabiduría popular acuñó aquella máxima pedagógica de "La letra, con sangre entra". Una vez en Viena, una colega argentina me decía que en tiempos de Franco en las escuelas de Galicia los maestros les pegaban a los niños por hablar gallego. "Es muy posible – le contesté – como también debían de pegarles si no se sabían la tabla de multiplicar o los Mandamientos de la Ley de Dios. Y además, fígúrese si Franco era malo, que no contento con imponerles el castellano a sus paisanos, los mandaba a Buenos Aires para que lo practicaran con ustedes."
(Crónicas anacrónicas. Barcelona 2003)
Parece ser que en el acto de concesión del "Premio Cervantes", el actual Jefe del Estado cometió la incorrección política de excederse en el elogio ritual de la lengua española, al afirmar que nunca fue impuesta por la fuerza. Dada la balcanizante coyuntura que atraviesa nuestra patria, no tardaron en llover las protestas indignadas de españoles de ambos hemisferios, como se decía en la Constitución de Cádiz. Si sólo hubieran protestado los de acá, la cosa se arreglaba con sacar el chivo expiatorio del franquismo; lo malo fue que, al protestar los de allá, quedaba en entredicho lo más importante de nuestra historia común. Si el Rey sólo respondiera de sus palabras y de sus actos ante Dios y ante la Historia, no habría más que hablar, pero un rey constitucional ha de templar demasiadas gaitas y tratar de salir del trance con la mayor elegancia posible.
Decía don Ramón Carande que al español hay dos cosas que no le gustan, a saber, que lo eduquen y que lo hagan trabajar, y mucho antes la sabiduría popular acuñó aquella máxima pedagógica de "La letra, con sangre entra". Una vez en Viena, una colega argentina me decía que en tiempos de Franco en las escuelas de Galicia los maestros les pegaban a los niños por hablar gallego. "Es muy posible – le contesté – como también debían de pegarles si no se sabían la tabla de multiplicar o los Mandamientos de la Ley de Dios. Y además, fígúrese si Franco era malo, que no contento con imponerles el castellano a sus paisanos, los mandaba a Buenos Aires para que lo practicaran con ustedes."
(Crónicas anacrónicas. Barcelona 2003)
Hoy pegar está mal visto, pero hay mil formas de hacer llorar a un niño que hable castellano en un colegio catalán. Diganlo tantos.
ResponderEliminarYo diria que en España como en EEUU hay dos clases ,los que trabajan y los que viven a costa de los que trabajan.
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