Voto útil, voto difícil
Desgastes
En los años 70 del pasado siglo decía un político europeo, no recuerdo si Giscard o Andreotti, que el Poder en efecto desgasta, pero más desgasta la Oposición. Muy desgastada debe de estar la Oposición en nuestro país cuando recurre al arbitrio de incluir al turbio y sospechoso alcalde de Madrid en las listas para el Congreso con el número 2 nada menos. Este síntoma alarmante viene a sumarse a otros como el de la renuncia a gobernar Cataluña y Andalucía, manteniendo a Piquer y Arenas como candidatos a la particularidad respectiva. Parece ser que en Cataluña hubo un candidato mejor, sacrificado en su día en los altares del separatismo, y en cuanto a Andalucía, mi impresión personal es que Arenas conquistaría con toda facilidad la alcaldía de Sevilla y que en cambio la única candidatura capaz de destronar a Chaves sería la de Soledad Becerril. De la situación en que nos hallamos tiene mucha culpa el P.P., que no ha querido quedarse atrás en la babelización de España. Para no ir más lejos, a Fraga debe Galicia la oficialización del portugués macarrónico que llega por los indicadores de carreteras hasta las mismas puertas de Madrid. Eso por no hablar de ceremonias grotescas como las oficiadas por el susodicho regidor madrileño.
Un partido que quiere ganar unas elecciones tiene antes que ganarse la calle; crear un estado de opinión, y mal puede crear ese estado quien carece de opinión y de valor para mantenerla. Estamos donde estábamos en los años 80, en que yo escribía que “no se trata de que la derecha desbanque al socialismo para devolverle a la sociedad su verticalidad moral, sino para lograr una mejor gestión económica de la misma sociedad de cuadrúpedos.” Y así pasó lo que pasó.
En los años 70 del pasado siglo decía un político europeo, no recuerdo si Giscard o Andreotti, que el Poder en efecto desgasta, pero más desgasta la Oposición. Muy desgastada debe de estar la Oposición en nuestro país cuando recurre al arbitrio de incluir al turbio y sospechoso alcalde de Madrid en las listas para el Congreso con el número 2 nada menos. Este síntoma alarmante viene a sumarse a otros como el de la renuncia a gobernar Cataluña y Andalucía, manteniendo a Piquer y Arenas como candidatos a la particularidad respectiva. Parece ser que en Cataluña hubo un candidato mejor, sacrificado en su día en los altares del separatismo, y en cuanto a Andalucía, mi impresión personal es que Arenas conquistaría con toda facilidad la alcaldía de Sevilla y que en cambio la única candidatura capaz de destronar a Chaves sería la de Soledad Becerril. De la situación en que nos hallamos tiene mucha culpa el P.P., que no ha querido quedarse atrás en la babelización de España. Para no ir más lejos, a Fraga debe Galicia la oficialización del portugués macarrónico que llega por los indicadores de carreteras hasta las mismas puertas de Madrid. Eso por no hablar de ceremonias grotescas como las oficiadas por el susodicho regidor madrileño.
Un partido que quiere ganar unas elecciones tiene antes que ganarse la calle; crear un estado de opinión, y mal puede crear ese estado quien carece de opinión y de valor para mantenerla. Estamos donde estábamos en los años 80, en que yo escribía que “no se trata de que la derecha desbanque al socialismo para devolverle a la sociedad su verticalidad moral, sino para lograr una mejor gestión económica de la misma sociedad de cuadrúpedos.” Y así pasó lo que pasó.
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