II República

Razón tienes, diosa mí­a, cuando me dices que la República - ¡tan deseada!, yo confieso haberla deseado sinceramente-- nos ha defraudado un poco. La cuestión de Cataluña, sobre todo, es muy desagradable. En esto no me doy por sorprendido, porque el mismo dí­a que supe el golpe de mano de los catalanes, lo dije: «Los catalanes no nos han ayudado a traer la República, pero ellos serán los que se la lleven». Y en efecto, contra esta República, donde no faltan hombres de buena fe, milita Cataluña. Creo con don Miguel de Unamuno que el Estatuto es, en lo referente a Hacienda, un verdadero atraco, y, en lo tocante a Enseñanza, algo verdaderamente intolerable. Creo, sin embargo, que todaví­a cabe una reacción en favor de España, que no conceda a Cataluña sino lo justo: una moderada autonomí­a, y nada más. Ortega Gasset ha dicho a mi juicio algo muy atinado sobre la psicologí­a del catalanismo; Sánchez Román ha estudiado muy bien el aspecto jurí­dico de la cuestión. Veremos. Yo todaví­a no he perdido todas las esperanzas. (Antonio Machado: Cartas a Pilar. Edición de Giancarlo Depretis. Madrid: Anaya & Mario Muchnik, 1994, pp. 259-260.)

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