Género y especie
EL PLANETA DE LOS SIMIOS
El «especismo» viene a ser un grado
superior
del «racismo», y si la manifestación práctica de éste es la
discriminación por motivos de raza, la de aquél lo es la discriminación
por
motivos de especie
UN entrenador o seleccionador de fútbol hubo de ofrecer excusas y abonar
una multa por haber llamado negro a un negro y, como quiera que los
jugadores de este color abundan y destacan, el público de los estadios,
que se caracteriza por sus modales refinados, suele de vez en cuando
hostilizarlos emitiendo a coro alaridos simiescos. Posiblemente para
salir al paso de estos casos de xenofobia, o de genofobia (permítaseme
el neologismo), el Parlamento nacional dio curso a una propuesta de ley
encaminada a conceder a los monos los mismos derechos de que disfruta la
«ciudadanía». Hay sin embargo una región española que está no sólo a la
cabeza en lo deportivo, sino en la vanguardia en lo político, y esa
región es la catalana, de cuya política de inmersión lingüística no se
libran ni los monos, pues según dice un responsable del zoo de
Barcelona, tiene allá un hermoso gorila al que le está enseñando a
hablar en catalán. Un individuo del Parlament barceloní comenta con fina
ironía ampurdanesa que es seguro que ese gorila aprenderá el catalán
antes que algunos jugadores del Barsa, en clara alusión a los équipiers
que al acercarse a un micrófono prefieren expresarse en castellano. No
hay peligro de que este honorable padre de su patria chica, a diferencia
del seleccionador susodicho, tenga que ser amonestado o sancionado,
pues al ser aforado, no es de los que pagan multas, sino de los que las
recaudan, aunque sólo se embolse un tanto por ciento de su cuantía. Pero
es que además su equiparación ventajosa de los monos con los
futbolistas es de una impecable corrección política, y está en línea con
lo aprobado por el Parlamento nacional, según el cual un presunto
homo sapiens, sea del color que sea, no tiene por qué considerarse
superior y distinto de un primate.
Una ilustrada ministra de Cultura llegó a decir que los «grafiteros» son los quijotes de nuestro tiempo. Uno de esos «quijotes» rompía una lanza de tinta en el metro madrileño contra el «especismo», nuevo molino de viento de la modernidad. La «pintada» rezaba «S.O.S. especismo», consigna que vendría a ser una superación de «S.O.S. racismo». El «especismo» viene a ser un grado superior del «racismo», y si la manifestación práctica de éste es la discriminación por motivos de raza, la de aquél lo es la discriminación por motivos de especie. Dicho en cristiano, lo que rechazan los «antiespecistas» es la discriminación de que los animales racionales hacen víctima a los tenidos por irracionales. Como el antirracista toma partido por las razas oprimidas, el antiespecista lo toma por las especies explotadas. No quiero llevar más lejos los paralelismos, no se me vayan a ofender hermosos ejemplares de estas últimas, pues soy el primero en reconocer que en la especie animal es frecuente hallar más nobleza que en el género humano. Por ejemplo, y ya que salió lo del género, en los animales sólo hay dos: masculino y femenino, mientras que en los humanos los géneros son seis: masculino, femenino, neutro, común, ambiguo y epiceno. La sustitución del sexo por el género es precisamente lo que permite la ampliación de opciones eróticas del mal llamado homo sapiens, a las que la especie animal podría tener acceso por la vía matrimonial, ya abierta por los paladines de la lucha contra la discriminación de género.
Debo confesar que el caso me interesa y me conmueve desde hace
tiempo. Una novela mía, titulada Los agujeros negros, trata precisamente
de la reinserción social de un gorila, y de ella extracto el diálogo que
sigue en el que el educador del simio se indigna por la decisión de las
autoridades de encerrarlo en una jaula del zoo:
—… Es un caso que clama a la conciencia del mundo civilizado. La trata de monos es peor que la trata de negros. — ¿De monos? — Sí,de monos; es la terminología de la especie dominante. ¡Qué le vamos a hacer! El llamado homo sapiens no quiere perder sus injustos privilegios y se defiende con palabras; se atrinchera en sus palabras. ¡Lo que es el miedo a la igualdad! Ahora, que esta vez va la cosa en serio. No sabes la que ya hay organizada por ahí. ¡Cómo se conoce que no sales al extranjero! Genaro es ahora mismo el personaje más popular de toda Europa. Por las paredes de Roma, París y Bruselas hay letreros pidiendo su libertad. Su nombre suena en los parlamentos de Berlín y de Londres. Se hacen colectas que encabezan los reyes de Escandinavia. El Comité de Demócratas Amigos de Genaro tiene ya ramificaciones en todos los países progresivos y ha puesto bombas en los consulados españoles de Ámsterdam, Riga, Maguncia, Budapest, Dresde, Oporto y San Juan de Luz.
Esta novela apareció en Barcelona en 1978 y tuvo una segunda edición en 2009 en Sevilla y no sería mala cosa que se tradujera al catalán, para que pueda leerla ese gorila tan aplicado que tiene en su zoo la bella Ciudad Condal. Y que Planeta la lance creando un premio ad hoc: el premio Planeta de los Simios.
—… Es un caso que clama a la conciencia del mundo civilizado. La trata de monos es peor que la trata de negros. — ¿De monos? — Sí,de monos; es la terminología de la especie dominante. ¡Qué le vamos a hacer! El llamado homo sapiens no quiere perder sus injustos privilegios y se defiende con palabras; se atrinchera en sus palabras. ¡Lo que es el miedo a la igualdad! Ahora, que esta vez va la cosa en serio. No sabes la que ya hay organizada por ahí. ¡Cómo se conoce que no sales al extranjero! Genaro es ahora mismo el personaje más popular de toda Europa. Por las paredes de Roma, París y Bruselas hay letreros pidiendo su libertad. Su nombre suena en los parlamentos de Berlín y de Londres. Se hacen colectas que encabezan los reyes de Escandinavia. El Comité de Demócratas Amigos de Genaro tiene ya ramificaciones en todos los países progresivos y ha puesto bombas en los consulados españoles de Ámsterdam, Riga, Maguncia, Budapest, Dresde, Oporto y San Juan de Luz.
Esta novela apareció en Barcelona en 1978 y tuvo una segunda edición en 2009 en Sevilla y no sería mala cosa que se tradujera al catalán, para que pueda leerla ese gorila tan aplicado que tiene en su zoo la bella Ciudad Condal. Y que Planeta la lance creando un premio ad hoc: el premio Planeta de los Simios.
Empiezo a entender el slogan: "Un hombre, un plátano"... mas profundo de lo que parece.
ResponderEliminar