Memoria histórica
Hace años, a mediados de los 80, pasé por Cabra y aún estaba en pie la Cruz de los Caídos y las víctimas del bombardeo eran por lo menos 300, el doble de Guernica. En el Guernica de Picasso sólo hay un muerto y es por asta de toro: Ignacio Sánchez Mejías.
9 Noviembre 08 - César VIDAL El 7 de noviembre de 1938, hace esta semana setenta años, la actividad bélica en España se centraba en la batalla del Ebro. Sin embargo, sin relación alguna con aquella terrible lucha, un destacamento de la aviación republicana se encaminó hacia la población cordobesa de Cabra. Su intención no era atacar un objetivo militar sino descargar su ira sobre una población indefensa. De las bombas lanzadas por la aviación republicana, en aquella misión carente de justificación, una cayó sobre el mercado de abastos causando la muerte a mujeres, ancianos y niños. Cuando los aviones republicanos se retiraron, dejaron tras de sí algo más de un centenar de cadáveres, es decir, una cifra de víctimas similar a la de Guernica. Pero Cabra no tuvo un Picasso que la pintara ni tampoco el mando nacional, ocupado sobre todo en ganar la guerra, utilizó propagandísticamente aquel centenar de muertos. Hoy son contados los españoles que saben lo que, hace> setenta años, sucedió en Cabra, pero lo peor no es su ignorancia sino el esfuerzo consciente para que siga existiendo. Por ejemplo, a diferencia de Ibarreche con Guernica, Manuel Chaves, hijo de un militar franquista, no ha recordado a las víctimas ni tampoco ha exigido que Rusia pidiera perdón por proporcionar los aparatos que realizaron aquella misión. Tampoco ninguno de esos propagandistas disfrazados de historiadores ha recordado que, a diferencia de Guernica, Cabra no tenía una fábrica de armas ni estaba en la zona del frente en medio de una ofensiva que explica el bombardeo. Tampoco, a pesar de que han pasado siete décadas, ningún pintor, ningún escritor, ningún escultor ha decidido levantar un recuerdo artístico a las víctimas del bombardeo republicano de Cabra. Tampoco las televisiones extranjeras han aparecido por Cabra para escuchar los testimonios, reales o supuestos, de los egabrenses. Tampoco se ha proyectado en ninguna cadena un documental que recuerde aquel acto de barbarie que carecía de justificación militar. Mucho menos se ha execrado al doctor Negrín, socialista y primer ministro, que sujetaba las riendas entonces del bando frentepopulista. Ni siquiera, a pesar de haber nacido en Cabra, la antigua ministra de cultura, Carmen Calvo ha recordado a aquellas víctimas a muchos de cuyos descendientes debe, sin duda alguna, conocer. Y es que, por enésima vez, ha quedado de manifiesto lo que es la mal llamada «memoria histórica». Sólo el raquitismo intelectual de la izquierda y de los nacionalismos, el deseo de quedarse con importantes raciones del presupuesto con cualquier pretexto y la necesidad de agitar el odio para enfrentarse con un PP que presentaba una mejor gestión política y económica acabó llevando a una alianza nacional-socialista cuya finalidad era volver a abrir heridas de antaño y condenar a la muerte civil a la mitad de España. Para la izquierda y los nacionalismos no se trata de recordar - ¡cuánto desearían muchos que se olvidara el bando en que combatieron sus padres!- sino de crear una mentira propagandística impuesta sobre la población con todos los medios que, como siempre, pagará nuestro dinero. Millones de españoles, por el contrario, elevamos nuestras oraciones porque la alianza nacional-socialista no consiga reabrir las heridas de la guerra civil y recordamos a todos nuestros muertos, de un bando y de otro, por una razón o por otra, en el deseo de que España nunca vuelva a vivir un drama semejante.
9 Noviembre 08 - César VIDAL El 7 de noviembre de 1938, hace esta semana setenta años, la actividad bélica en España se centraba en la batalla del Ebro. Sin embargo, sin relación alguna con aquella terrible lucha, un destacamento de la aviación republicana se encaminó hacia la población cordobesa de Cabra. Su intención no era atacar un objetivo militar sino descargar su ira sobre una población indefensa. De las bombas lanzadas por la aviación republicana, en aquella misión carente de justificación, una cayó sobre el mercado de abastos causando la muerte a mujeres, ancianos y niños. Cuando los aviones republicanos se retiraron, dejaron tras de sí algo más de un centenar de cadáveres, es decir, una cifra de víctimas similar a la de Guernica. Pero Cabra no tuvo un Picasso que la pintara ni tampoco el mando nacional, ocupado sobre todo en ganar la guerra, utilizó propagandísticamente aquel centenar de muertos. Hoy son contados los españoles que saben lo que, hace> setenta años, sucedió en Cabra, pero lo peor no es su ignorancia sino el esfuerzo consciente para que siga existiendo. Por ejemplo, a diferencia de Ibarreche con Guernica, Manuel Chaves, hijo de un militar franquista, no ha recordado a las víctimas ni tampoco ha exigido que Rusia pidiera perdón por proporcionar los aparatos que realizaron aquella misión. Tampoco ninguno de esos propagandistas disfrazados de historiadores ha recordado que, a diferencia de Guernica, Cabra no tenía una fábrica de armas ni estaba en la zona del frente en medio de una ofensiva que explica el bombardeo. Tampoco, a pesar de que han pasado siete décadas, ningún pintor, ningún escritor, ningún escultor ha decidido levantar un recuerdo artístico a las víctimas del bombardeo republicano de Cabra. Tampoco las televisiones extranjeras han aparecido por Cabra para escuchar los testimonios, reales o supuestos, de los egabrenses. Tampoco se ha proyectado en ninguna cadena un documental que recuerde aquel acto de barbarie que carecía de justificación militar. Mucho menos se ha execrado al doctor Negrín, socialista y primer ministro, que sujetaba las riendas entonces del bando frentepopulista. Ni siquiera, a pesar de haber nacido en Cabra, la antigua ministra de cultura, Carmen Calvo ha recordado a aquellas víctimas a muchos de cuyos descendientes debe, sin duda alguna, conocer. Y es que, por enésima vez, ha quedado de manifiesto lo que es la mal llamada «memoria histórica». Sólo el raquitismo intelectual de la izquierda y de los nacionalismos, el deseo de quedarse con importantes raciones del presupuesto con cualquier pretexto y la necesidad de agitar el odio para enfrentarse con un PP que presentaba una mejor gestión política y económica acabó llevando a una alianza nacional-socialista cuya finalidad era volver a abrir heridas de antaño y condenar a la muerte civil a la mitad de España. Para la izquierda y los nacionalismos no se trata de recordar - ¡cuánto desearían muchos que se olvidara el bando en que combatieron sus padres!- sino de crear una mentira propagandística impuesta sobre la población con todos los medios que, como siempre, pagará nuestro dinero. Millones de españoles, por el contrario, elevamos nuestras oraciones porque la alianza nacional-socialista no consiga reabrir las heridas de la guerra civil y recordamos a todos nuestros muertos, de un bando y de otro, por una razón o por otra, en el deseo de que España nunca vuelva a vivir un drama semejante.
Efectivamente: estos sapos que nos hacen tragar derivan todos de lo que bien se llama en el artículo "raquitismo intelectual"... creo que después de tantos años tan solo he escuchado de D. Aquilino aquello relativo a que el único muerto del cuadro de Picasso es el gran Ignacio...
ResponderEliminarJoé qué nivelito tenemos; y lo que es peor ¿a donde nos llevará?
Lo que preocupa a muchos españoles de hoy es la crisis economica y el paro que si son dos frentes a los que habia que darles con memoria historica,memoria presente y memoria futura,para solucionarlos o acabará esto peor que la guerra civil del 1936-1939.
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