La poesía y el tren



Los años van pasando como trenes veloces
que dejan en el aire su silbido de vértigo,
y tú los ves pasar, ajeno e indolente,
como el pastor que guarda sus ovejas
bajo la encina de un verano eterno,
los mira desde lejos.

Olvidas que esos trenes,
no el ganado, el pastor,
la encina o el verano...,
que desde la ventana ves pasar,
son los tuyos, y tú, su pasajero.


No hace mucho estuve en Baeza y tuve acceso, por vez primera, al aula de clase de don Antonio Machado. Alguien que me acompañaba me comentó, por cierto, señalándome a la tarima sobre la que está la mesa del profesor: "Todo lo que hay ahora empezó cuando suprimieron esa tarima". A Machado el tren al caminar, siempre le hacía pensar y dialogar con su contrario, y de esos diálogos debió de salir el maestro Mairena. También el que suscribe debe al tren más de un poema y hasta la letra de un Himno del Ferroviario, a petición de mi difunto amigo Angel Maestro, gran usuario de los caminos de hierro. Enrique Baltanás, que se ha ocupado con hondura y amenidad de los Machado y de la Andalucía que recorrían en tren, es otro poeta que rinde tributo a ese medio de transporte, tan propicio a la inspiración poética. Véase esta muestra de su reciente y denso libro de poemas titulado Esta sombra que fui.

Comentarios

Entradas populares