Desde Bogotá, via Johannesburgo y Madrid
El "baboso" era Cortázar, a quien Cabrera en su escrito llamaba "El eunucoprio". En mi acuse de recibo, le decía que su ataque me parecía feroz y que lo más ofensivo para el pobre "Micromegas" era la caridad, "¿por qué negársela?" Este cruce de cartas, en tono amistoso, fue en noviembre del 71 y en enero del 72 fui por fin a Londres a almorzar a su casa con él y su señora, y luego a su estudio a tomar café. No creo que fuera entonces, en aquella insulsa sobremesa, en la que él habló más que yo, cuando se sintió indispuesto. Por el amigo que insistió en que fuera a verlo, el cubano Juan Arcocha, supe que fue esto de la "caridad" lo que le revolvió el estómago al pobre Cabrera. Todo esto lo cuento más o menos en Mano en candela.
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