Bantustanerías y andaluzadas

                                                     

Un ilustre paisano mío, coautor en su día, como Ministro de la Corona, del “Estado de las Autonomías”, anunciaba que, si el proyecto separatista catalán sale adelante, pensaba exigir que en el nuevo estatuto andaluz figurase el término “nación”.  Si mi paisano no fuera andalucista, diría que no le falta el sentido del humor.  Lo que no le falta desde luego es coherencia, ya que en el fondo lo que saca del botiquín para los males presentes de la Patria, es aquella receta del “café para todos” con el que se creyó conjurar en su día el demonio familiar de los separatismos.  Pensándolo bien, la idea no es mala, y el Gobierno debería hacerla suya, haciendo que aquellos bantustanes en los que gobierna, empezando por el de Madrid, exijan a su vez su ascenso a la categoría de nación. 
    Quien dice Madrid y su provincia, dice Ceuta y Melilla, que una vez ascendidas a categoría nacional, estarán en perfectas condiciones de tratar de tú a tú a Marruecos y si es preciso de marchar sobre Rabat como antaño marchó Jumilla sobre Murcia.

    Cualquier cosa menos echar mano – vade retro –  de ese artículo 8 de la Constitución, vil concesión, según algunos, al “Ejército franquista” para que no estorbara el delicado encaje de bolillos que nos había de traer a la venturosa situación presente.  

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