Agamenón y su porquero

Escribe en "El Implacable" JESÚS FLORES THIES

HIPOCRESÍA
Vamos a ejercer una vez más de abogado del diablo.
Con motivo del brutal atentado, crimen o matanza cometido en París por una bien organizada partida de islamistas cabreados, contra una publicación (presuntamente) humorística, se ha desatado la marea de la hipocresía. Se han rasgado vestiduras ante lo que consideran un atentado contra la libertad de expresión que, especialmente en España, es frase que tiene su coña marinera, pues aquí no hay libertad de expresión, sino una presión brutal para mantener a cara de perro, y con la amenazante tranca levantada, el pensamiento único que dicta desde algún lugar, un sicario menor del señor Satanás.
Hemos de decir que considerando un auténtico crimen, sin paliativos, la acción islámica, islamista o islamera…, la actuación de la revista “Charlie “Hebdo”, es moralmente rechazable en todos los sentidos. Dicho de forma coloquial, son unos bellacos. Si un padre asesina al violador de su hija, comete un delito, pero este delito no quita que el violador cometiera el suyo. Cada palo ha de aguantar su vela, y los miserables de la revista han de aguantar la suya. Ellos la tienen que aguantar, no nosotros. Hacerles pasar por héroes o mártires es otra falacia más, porque no lo son, son sólo los de una organización de bellacos, víctimas de un crimen masivo. Asesinatos de una docena, y a veces más, de guardias civiles y de sus familias o de simples ciudadanos españoles en un solo atentado, los hemos tenido en España, sin que las multitudes occidentales se agitaran más que para leer noticias resumidas en páginas interiores, y nada más.
Pero la hipocresía, especialmente la de la prensa española, se basa en la mentira, al presentarnos a la redacción del “Charlie Hebdo” como una agrupación de personas libres que escriben y dibujan libremente, circunstancia que quizá se pueda dar en Francia, pero no en España por conocidas razones, leyes y presiones que obligan, bajo graves penas, a lo “políticamente correcto”, apoyados por los llamados “lobbies” (traducido del inglés: cuadrillas de pendejos subvencionados). Pero antes de hablar de nosotros, terminemos los comentarios con los del “Charlie Hebdo”.
Las portadas de esta revista contra lo musulmán, no llegan a los niveles de vileza de las portadas contra la Iglesia Católica.
Las portadas contra el Islám, y concretamente contra Mahoma, es sólo una parte menor de su desgraciada actividad, porque las portadas contra la Iglesia Católica y las creencias de los cristianos, que nos negamos a mostrar, superan en maldad y vileza a las de Mahoma ¿Por qué LA RAZÓN y
esos periódicos y cadenas de la televisión que lloran lágrimas de cocodrilo publicando alguna portada ”mahometana”, no publican aquellas contra la Santísima Trinidad, Jesucristo, la Virgen María, o el Papa? ¿Por qué no nos muestran la verdadera catadura de la revista satírica francesa? Ni siquiera los satánicos españoles han sabido dibujar algo tan brutal como las portadas de “Charlie Hebdo” que tenían como objetivo “gracioso” lo más sagrado de nuestra religión católica. Hemos visto algunas de estas portadas blasfemas,“casualmente” no las peores, como fondo en tertulias derechonas, y no hemos oído ningún comentario a tanta infamia.

Y

YO NO SOY «CHARLIE HEBDO»

JUAN MANUEL DE PRADA en ABC




DURANTE los últimos días, hemos escuchado calificar a los periodistas vilmente asesinados del pasquín Charlie Hebdo de «mártires de la libertad de expresión». También hemos asistido a un movimiento de solidaridad póstuma con los asesinados, mediante proclamas inasumibles del estilo: «Yo soy Charlie Hebdo». Y, llegados a la culminación del dislate, hemos escuchado defender un sedicente «derecho a la blasfemia», incluso en medios católicos. Sirva este artículo para dar voz a quienes no se identifican con este cúmulo de paparruchas hijas de la debilidad mental.
Allá por septiembre de 2006, Benedicto XVI pronunció un grandioso discurso en Ratisbona que provocó la cólera de los mahometanos fanáticos y la censura alevosa y cobarde de la mayoría de mandatarios y medios de comunicación occidentales. Aquel espectáculo de vileza infinita era fácilmente explicable: pues en su discurso, Benedicto XVI, además de condenar las formas de fe patológica que tratan de imponerse con la violencia, condenaba también el laicismo, esa expresión demente de la razón que pretende confinar la fe en lo subjetivo, convirtiendo el ámbito público en un zoco donde la fe puede ser ultrajada y escarnecida hasta el paroxismo, como expresión de la sacrosanta libertad de expresión. Esa razón demente es la que ha empujado a la civilización occidental a la decadencia y promovido los antivalores más pestilentes, desde el multiculturalismo a la pansexualidad, pasando por supuesto por la aberración sacrílega; esa razón d emente es la que vindica el pasquín Charlie Hebdo, que además de publicar sátiras provocadoras y gratuitamente ofensivas contra los musulmanes ha publicado en reiteradas ocasiones caricaturas aberrantes que blasfeman contra Dios, empezando por una portada que mostraba a las tres personas de la Santísima Trinidad sodomizándose entre sí. Escribía Will Durant que una civilización no es conquistada desde fuera hasta que no se ha destruido a sí misma desde dentro; y la basura sacrílega o gratuitamente ofensiva que publicaba el pasquín Charlie Hebdo, como los antivalores pestilentes que defiende, son la mejor expresión de esa deriva autodestructiva.
Debemos condenar este vil asesinato; debemos rezar por la salvación del alma de esos periodistas que en vida contribuyeron a envilecer el alma de sus compatriotas; debemos exigir que las alimañas que los asesinaron sean castigadas como merecen; debemos exigir que la patología religiosa que inspira a esas alimañas sea erradicada de Europa. Pero, a la vez, debemos recordar que las religiones fundan las civilizaciones, que a su vez mueren cuando apostatan de la religión que las fundó; y también que el laicismo es un delirio de la razón que sólo logrará que el islamismo erija su culto impío sobre los escombros de la civilización cristiana. Ocurrió en el norte de África en el siglo VII; y ocurrirá en Europa en el siglo XXI, a poco que sigamos defendiendo las aberraciones de las que alardea el pasquín Charlie Hebdo. Ninguna persona que conserve una brizna de sentido común, así como un mínimo temor de Dios, puede mostrarse sol idaria con tales aberraciones, que nos han conducido al abismo.
Y no olvidemos que el Gobierno francés –como tantos otros gobiernos occidentales–, que amparaba la publicación de tales aberraciones, es el mismo que ha financiado en diversos países (y en especial en Libia) a los islamistas que han masacrado a miles de cristianos, mucho menos llorados que los periodistas del pasquín Charlie Hebdo. Puede parecer ilógico, pero es irreprochablemente lógico: es la lógica del mal en la que Occidente se ha instalado, mientras espera la llegada de los bárbaros.

APOSTILLA ULTRAMARINA


Escribe hoy martes 13 en La Nación de Buenos Aires doña Yvonne Bordeleau:     Miles y miles de musulmanes, fanáticos o no, cayeron bajo las bombas estadounidenses en Afganistán e Irak. Pero morir a manos de terroristas musulmanes en París o en Nueva York viste más que morir bajo bombas cristianas en desiertos de nombres impronunciables en Medio Oriente.
Dado que La Nación ha suprimido la invitación a comentarios, no me queda más remedio que comentar aquí que no creo que los "bombardeos humanitarios" de las democracias laicas tengan precisamente las bendiciones del Papa Francisco.  

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