Vidas novelescas
La tercera persona, que en realidad fue la primera, que me refirió el lance pugilístico de Octavio Paz y Ricardo Paseyro fue, como digo, alguien que mantuvo con Paz un breve idilio en Nueva York y antes estuvo casada con el poeta sevillano Antonio Aparicio, que durante nuestra guerra combatió a las órdenes del Campesino. La joven pareja se instaló en París, en un zaquizamí próximo a Notre Dame, al amparo de Neruda y Picasso, que los socorrió con algún que otro grabado. Ella podría haber sido sobrina de aquella Georgina de la que se enamoró Juan Ramón Jiménez si Georgina hubiera tenido existencia real. Georgina fue el invento de unos bromistas limeños, pero quién sabe si el apellido alemán que le pusieron, Hübner, lo habían tomado del vecino Chile y del propio padre de la persona de que estoy hablando. A ella, a Alma, la conocí en Ginebra, pero donde más la traté fue en Roma, donde fuimos compañeros de trabajo. A Antonio Aparicio lo conocí en Sevilla cuando yo aún vivía en Ginebra. Vivía él en el barrio de Santa Cruz con su segunda esposa, venezolana, los dos niños que tuvo con ella y la niña que tuvo con Alma, ya una adolescente, y a quien volví a ver en Roma, donde vivía ya con su madre, cuando su padre regresó con su otra familia a Venezuela. Años más tarde, al morir Antonio en Caracas, su hija Soledad, que ahora vivía en París, vino a Sevilla para gestionar la publicación de la poesía completa de su padre. Organizamos una cena con los editores de Renacimiento y dio la casualidad de que Marie-Christine, entonces Mme. Linares, conocía a algún pariente muy próximo de Claude Léger, el marido de Soledad. Todo salió bien. Volviendo a Roma tiempo arriba, fue allá donde se me ocurrió convertir a Alma en personaje de novela con el nombre de Vanozza. Reproduzco aquí un párrafo de la novela y una foto tomada durante una visita muy posterior al "lugar del crimen".
Don Aquilino ¿no tenia Borges, tan gran escritor por lo demás, esa refractariedad un poco snob ante todo lo grande Español, vecina con la mala baba?; calificar a Lorca de "andaluz profesional", contestar a la pregunta que le parecia Antonio Machado con un "no sabia que Manuel tenia un hermano", la crítica demoledora sobre Baroja, o tachar a Becquer de un "pálido Rilke"; a la vez que ensalzaba a buenos escritores pero bastante inferiores a estos como Cansinos y demas amigos ultraistas.
ResponderEliminarUn saludo
Borges tenía un sutil sentido del humor y le gustaba provocar. A los franceses por ejemplo les dijo que Maupassant murió loco pero había nacido tonto. Para él no había más escritores en España que Manuel Machado, Cansinos Asséns, Fernando quiñones y Justo Jorge Padrón.
ResponderEliminar