El palacete de
Castellana 3 albergaba la
Presidencia del Gobierno. Era el Día de la cuestación en
beneficio de la ayuda contra el cáncer. Presidía la mesa petitoria instalada ahí
la esposa del entonces Presidente del Gobierno, el Almirante Don Luis Carrero
Blanco. La mujer del Almirante Carrero, Carmen Pichot, para agradecer a sus
compañeras de mesa la colaboración prestada, encargó en el inmediato restaurante
«Jockey», templo sagrado de la gastronomía madrileña, unas bandejas de canapés y
unas bebidas. Llegó el Almirante y reconoció, por el inconfundible cuello verde
de los camareros de «Jockey», a quien servía los canapés y las bebidas. Y
amablemente le preguntó por el motivo de su presencia. «La señora de Carrero
Blanco nos ha encargado este servicio». «Pues servicio cancelado», dijo Carrero.
Y dirigiéndose al camarero, que era el célebre Torres, por quien supe del
sucedido: «Muchas gracias. No tenemos dinero para pagar un restaurante tan caro.
Dígale al señor Cortés de mi parte que considero sus canapés como su aportación
a la lucha contra el cáncer». Cortés, enterado del asunto, se presentó en la
mesa y depositó un generosísimo donativo.
Casualmente y por haberlos
conocido desde muchos años atrás en Comillas, soy amigo de Don Agustín
Muñoz-Grandes Galilea, Teniente General e hijo del Capitán General
Muñoz-Grandes, y de Don Luis Carrero Blanco Pichot, Almirante de la Armada. Dos personas
excepcionales, militares ejemplares y abiertos al respeto por todas las ideas.
Sus padres fueron dos personajes con un poder ilimitado en todos los sentidos.
Sus hijos no heredaron de ellos otra cosa que el ejemplo de la honestidad. Tanto
uno como otro viven modestamente de sus pensiones de retiro después de cuarenta
años de servicio a España en las Fuerzas Armadas. Se podrá discutir el beneficio
o el perjuicio que las ideas políticas –para mí, supeditadas a la interpretación
militar de su situación– procuraban en aquellos momentos. Pero nadie, ni sus más
enconados enemigos, ni sus más resentidos adversarios, pueden poner en duda la
decencia y honestidad de aquellos poderosísimos señores que durante decenios, y
hasta su muerte, cerraron sus bolsillos al vuelo de una peseta ajena. Tomen nota
los de
ahora.
Las dos anécdotas son estupendas. La categoría no digamos.
ResponderEliminarEra otro bachillerato.
ResponderEliminarUn abrazo.
P
http://lapelucadejovellanos.blogspot.com.es/
BOE número 58 de 9 de marzo de 1959.
ResponderEliminarhttp://www.boe.es/datos/pdfs/BOE/1959/058/A03896-03904.pdf
Aparte del padre del MHP Pujol y todo Neguri, aparecen dos ministros de la época y algún que otro nombre más próximo al régimen.