Entradas populares
Publicado por
Aquilino Duque
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Publicado por
Aquilino Duque
Misericordia
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Publicado por
Aquilino Duque
Dominus Ostiae
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Publicado por
Aquilino Duque
Una novela dantesca
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Publicado por
Aquilino Duque
La Navidad de un poeta caro
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Publicado por
Aquilino Duque
La venganza y la revancha
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Luis Cernuda, por ejemplo, declaró repetidamente -y hasta el final de su vida: recuérdese, por ejemplo, su "1936"- su adhesión a la legitimidad republicana. Tuvo siempre muy presentes las imperfecciones de su propio bando -que a él mismo le costaron más de un problema-, pero no olvidó que el enfrentamiento era entre quienes defendían una legalidad democráticamente respaldada (aunque tuviera, repito, sus imperfecciones, como todo lo humano), y quienes aspiraban a, y consiguieron, su destrucción violenta. (El mismo Cernuda declaró alguna vez que consideraba a los sublevados responsables también de los crímenes del bando republicano, por serlo de la dstrucción del orden que hubiera podido y debido evitarlos). Dígase lo mismo de Juan Ramón Jiménez, de Antonio Machado y de tantísimos otros, conocidos o desconocidos, y a quienes dicha fidelidad les costó el exilio, cuando no el ser represaliados o muertos.
ResponderEliminarEl problema, y termino, no es que en ambos bandos hubiera atrocidades, que ciertamente las hubo, sino que el republicano tenía en su favor una legalidad y legitimidad democráticas que sus contrarios no sólo no tenían ni buscaban, sino que pretendían (y lograron) destruir. Una cosa es ser enemigo de determinadas ideas, y otra muy distinta serlo de la legitimidad democrática misma, contra la que Franco y sus colegas se levantaron, que persiguieron y aniquilaron sañudamente, y que jamás hicieron, en los larguísimos años de su gobierno (que multiplican varias veces los de la República) la menor tentativa por restablecer. Que Esperanza Aguirre prefiera ignorar todo esto no hace que no haya ocurrido.
Las burradas que los "legitimos" estaban haciendo con, por ejemplo, los conventos y las iglesias, así como el empeño de quitar de enmedio a todo el que no fuera marxista de libro, empezaron algunos años antes de que media españa decidiese mandarlos a la mierda. Los primeros que estaban dispuestos a dar al traste con la legitimidad de la república fue el frente popular... no fué una sublevación contra la república, fué una sublevación contra el intento de instaurar un régimen stalinista en España. No se engañe.
ResponderEliminar¿Qué legitimidad hay cunado el jefe de la oposición es secuestrado y asesinado por la Guardia de Asalto después de haber sido "sentenciado" en el Parlamento por una diputada comunista?
ResponderEliminarCierto que, como ya dije en mi primera nota, durante la república hubo cosas mal hechas (y habría mucho que matizar al respecto, como que ciertos crímenes execrables fueron cometidos tanto por uno como por otro lado, aunque algunas memorias resulten francamente selectivas, y sólo recuerden lo que les interesa); no lo es menos que la sublevación fue en sí misma una cosa mal hecha, sin legalidad ni legitimidad ningunas, y cuyas consecuencias atroces padeció muchísima gente durante muchísimo tiempo.
ResponderEliminarCitaré aquí un texto de Amnistía Internacional que ya reproduje el otro día, con motivo de una discusión parecida, en otro blog. Dice así: "Durante la Guerra Civil y el franquismo fueron muchas las víctimas de graves abusos que el derecho internacional prohibía y condenaba, como tortura, ejecuciones extrajudiciales, ataques contra población civil, persecución política, religiosa o racial, encarcelamientos arbitrarios, trabajos forzados y otros actos definidos como crímenes contra la humanidad".
Claro que el problema es que hay gente que mira con un cristal de gigantesco aumento los errores de los pocos años republicanos, y con otro que las disminuye hasta hacerlas desaparecer las atrocidades de las décadas que, en conjunto, sumaron oposición a la república, guerra civil y dictadura. Pero, por raras que sean las gafas que uno decida ponerse, los hechos mismos no cambian.
Para José el del primer comentario.
ResponderEliminar1. Imagínese que en el año 2002 el PSOE, IU y ERC, incapaces de admitir la victoria electoral del PP,organizan un golpe de estado para instaurar un sistema soviétivo en Asturias y declaran el Estat Catalá en Barcelona. ¿se lo imagina? Se imagina que la aventura cuesta cerca de 2000 muertos.
2. Imagínese que los líderes del golpe de estado del 2002 son anmistiados dos años después tras la victoria electoral de 2004 y que uno de ellos, líder del PSOE, se convierte en Ministro.
3. Imaginese que un buen dia, mientras gobiernan con mayoría, los escoltas de un minsitro del PSOE secuestran y aseisna al Sr. Rajoy (qué más quisira Rajoy que llegarle a los talones a Calvo Sotelo.., pero alga para la comparación) y no hay siquiera reacción de condena por parte del Gobierno.
¿se imagina todo esto?
Pues esa era, grossomodo la legalidad que Vd defiende.
Un comentario final. La diferencia entre una democracia (verdadera, no como la nuestra) y una dictadura es que en las democracias la oposición ejerce el contro sobre el Gobierno y en una dictadura, el Gobierno ejerce el control sobre la oposición... Cuando las dictaduras llegan a su límite inconcevible y pierden hasta la verguenza, asesinan a su líder.
Buenas noches
Abu
Me remito a la nótula "La leyenda lila", publicada el 30 del pasado mes de abril.
ResponderEliminarYo (que soy el autor de las dos notas rotuladas "Jose"), me remito a ellas. Creo que explican suficientemente acerca de las delicias de ver las cosas sólo con un ojo (el derecho, desde luego), lo encantadoramente simple y abarcable que de ese modo se vuelve la realidad, y los inconvenientes a que nos exponemos quienes deseamos, tozuda y absurdamente, servirnos para el caso de los dos -porque el izquierdo sólo tampoco nos sirve. Quiero decir, los que en la guerra civil no habríamos estado cómodos ni con los hunos ni con los hotros (la expresión es de Miguel de Unamuno), como Chaves Nogales (de quien ahora, con entera justicia, vuelve a hablarse) o Cernuda. Aunque tampoco, como el mismo Cernuda, olvidemos de qué parte estaban la legalidad y la legitimidad, y qué trajeron en su lugar quienes las destruyeron.
ResponderEliminarLos lectores de Lobsang Rampa, además, itentan utilizar "el tercer ojo". Que yo siempre había pensado - me disculpen por ello - que estaba en otra parte de nuestra anatomía.
ResponderEliminarDon Enrique Jardiel Poncela y don Rafael Gª Serrano, do quiera que estén, lo que se habrán reído con esta réplica trinocular...
ResponderEliminar