Los hermanos Machado y la sombra de Caín


(Fragmento de la conferencia leída en Pilas (Sevilla) el 23 de noviembre de 2009)

Uno de los mitos más funestos de nuestro tiempo sea acaso el de las dos Españas, cuya partida de nacimiento cabe fechar en Cádiz en 1812. Ese mito trató de superarse dialécticamente en torno a la guerra civil con otro tan bien intencionado como fantasmagórico, el de la tercera España, y muchos años después con el de la España plural, que no sería otra cosa que una babélica confusión de lenguas, por no decir cosas peores. Yo me he pasado una buena parte de mi vida buscando la media España que me faltaba, ya que a mi juicio, una vez concluida felizmente la guerra, su ausencia no tenía razón de ser. Y fue la poesía la que me mostró el camino en el que mis primeros mentores fueron los hermanos Manuel y Antonio Machado, suma expresión en su momento del mito de las dos Españas, o de la España sobre la que se proyectaba, por decirlo con palabras de uno de ellos, “la sombra de Caín„. Esa sombra, que por fin creíamos haber ahuyentado definitivamente, volvería con fuerzas renovadas hasta llegar al momento actual en que Caín sería el bueno de la película como, entre otros, nos viene a demostrar el aguerrido Saramago. Esta devoción cainita, cifrada entonces en la palabra „ruptura“, empezaba a abrirse camino en las postrimerías del „régimen anterior“ y uno de sus apóstoles más fervientes fue el ya desaparecido Francisco Umbral, que en la revista Destino dedicó a Manuel Machado una crónica, corrosiva como suya, titulada El Machado de derechas. Era inminente por aquellas fechas el centenario de Antonio Machado, y yo escribí sobre él en otra revista catalana, Camp de l’Arpa, una crónica simétrica titulada El Machado de izquierdas. Decía yo entonces, entre 1974 y 1975, años de los respectivos centenarios:

No hay que ser zahorí para pronosticar que el centenario del Machado de izquierdas va a ser más celebrado en España de lo que hace año y pico lo fue el del Machado de derechas. Aparte de obvias razones de oportunidad y coyuntura, no es fácil que la derecha incurra hoy frente a Antonio en el mal gusto en que ayer incurrió la izquierda frente a Manuel. La unanimidad del homenaje queda ahora asegurada, y es bueno que sea así, pues no vamos a tener los españoles todos mejor ocasión de sentirnos hermanados, cosa que buena falta nos hace. Mucho me temo, sin embargo, que para algunos Antonio Machado tenga menos importancia como poeta vivo que como símbolo amortajado. La necrofilia intelectual, que tan bien ha documentado Mario Praz, puesta al día por el sadoleninismo contemporáneo, va a poner al Machado que nos divide por delante del Machado que nos une. Ya en 1969, el inefable diario Le Monde conmemoró el trigésimo aniversario de la muerte del poeta con una página necrológica a cargo de tres o cuatro escritores hispánicos más o menos neosurrealistas. Encargar a un surrealista que escriba sobre Machado es como encargar a un ateo la proclamación de un dogma. Los surrealistas del vejamen parisién tomaron con pinzas la poesía de Machado y salieron del trance como mejor pudieron, que no fue muy bien, y el menos cauto y más bisoño de todos resumió el criterio general diciendo sin rodeos que lo que importaba en Machado no era su anticuada poesía sino su ejemplar conducta cívica. Esa monserga la vamos a oír hasta la saciedad durante los festejos del centenario, y el resultado va a ser que el poeta va a ser festejado más como símbolo tribal que como gloria nacional. Buena manera de partirlo por la mitad; algo así como si los cojos se apropiaran de un homenaje a Byron o los jorobados de un homenaje a Leopardi.

Antonio Machado fue fiel hasta la muerte a una causa que él creía justa, y esa fidelidad merece un respeto aun cuando la manifestara prestando su pluma a una propaganda fratricida. Lo que es inadmisible es poner la propaganda por encima de la poesía. La poesía busca la verdad total; la propaganda nunca pasa de las medias verdades, cuando no las sustituye incluso por la mentira y el lugar común, y si en el Machado de la guerra no es lícito separar al propagandista del poeta, tampoco es lícito sacrificar a éste a expensas de aquél. No es menos poeta Antonio Machado porque rebajara su pluma a la pistola de Líster, pero tampoco lo es más. En todo caso lo será para cierta tribu y basta. Por ese camino hay otro Machado más puro y más válido, que es el Machado arrastrado por los unos y perseguido por los otros, ligero de equipaje, en el último viaje de su vida.

Entre los poetas míos siempre ha tenido Machado un altar, y lo que siento es que siempre que he tratado de demostrarlo explícitamente he topado a derecha e izquierda con quien ha tratado de impedírmelo. En mi libro De palabra en palabra, publicado en 1968 por Cultura Hispánica, no fue posible incluir un poema titulado El último viaje de Antonio Machado por razones que aún ignoro y con pretextos fútiles. Con pretextos igualmente fútiles se me amputó años más tarde, cuando ya el viento de levante empezaba a predominar sobre el de poniente y la censura oficiosa sobre la oficial, un pasaje de un artículo en el que insinuaba algo de lo que ahora he dicho más arriba. Por último, en mi réplica a un ataque personal de que fui objeto con motivo de mi novela El mono azul, otra revista española me recusó a Machado como testigo de descargo, cortándome por las buenas y también sin consulta previa una cita del Juan de Mairena en la que se dicen cosas como éstas: Nosotros no pretenderíamos nunca educar a las masas. A las masas que las parta un rayo. Nos dirigimos al hombre, que es lo único que nos interesa... En nuestros días hay que decirlo todo. Porque aquellos mismos que defienden a las aglomeraciones humanas frente a sus más abominables explotadores, han recogido el concepto de masa para convertirlo en categoría social, ética y aun estética. Y esto es francamente absurdo...

Por supuesto que otros son muy dueños de oponer a este Machado el Machado del „viva Rusia“, de la pistola de Líster y de la dictadura de la alpargata; lo que no veo es por qué nadie se arroga el derecho de impedirme a mí citar al Machado que congenia conmigo y que en definitiva me conviene. Antonio Machado es demasiado ancho y vario para que nadie se lo apropie en exclusiva y menos que nadie aquellos que le perdonan su poesía en gracia a su militancia. Machado es todo, lo que nos gusta y lo que no nos gusta. Si a veces resulta incómodo para los unos o para los otros, peor para el que sea. Un poeta no es un mausoleo, sino su obra; en aquél no hay más que sus restos mortales; en ésta su alma inmortal.

Comentarios

  1. ¿Y qué me dice de Lorca? Todo se lo apropian y a todo le dan la vuelta, pero en sus vidas no se aplican el cuento y jamás van de frente.

    Los del talante levantaron un cordón sanitario... Los del Pacto por las Libertades y contra el terrorismo llamaron hombres de paz a De Juana... Los que ponen el grito en el cielo cuando ven a un águila de San Juan, o el emblema de unidad que representan el yugo y las flechas, alzan tranquilamente el puño y celebran a la tricolor cuando flamea tranquilamente por las calles... Los que acusan a la terrible derecha cierran webs como periódicos en los tiempos gloriosos de Azaña (más de 128 publicaciones en 1932)... Los que eran tan pacíficos van a la guerra con Obama... Los que no quieren que la Armada cumpla con su deber, le entregan la defensa de España a mercenarios... TODO ES UN BLUF, TODO ES FACHADA, TODO ES MENTIRA. NO LES IMPORTA NADA DE LO QUE DICEN: SÓLO LES IMPORTA QUE SU MECANO SE MUEVA. ¡¡Da igual quienes mueran y a quienes se maten si ellos logran convencernos de que son tan pero tan buenos!!!

    A mi lo que más pena me causa de tantos y tantos progres a los que la pasta se les sale por las orejas es que son más rojos que españoles; y así no se puede...
    Rencor es lo que observo, revanchismo, inversión de los valores, todo aquello que Max Scheler dilucida a la perfección en "El resentimiento en la moral".

    Como una vez me dijo un taxista, vendría muy bien que un par de falangistas hablasen claro en el Congreso.

    ¿Pero quién recuerda hoy lo que es falange? Pocos acertarían la respuesta, quizá uno o dos ancianos.

    PARA REFRESCAR LA MEMORIA UN POCO, Y A VER SI LUEGO YA VA SOLA:
    http://luminar21.blogspot.com/2009/11/marchando-una-de-memoria.html

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