El Angel Volador
El Angel Volador
Han
llegado a mi poder, de modo algo misterioso, cuatro apuntes a lápiz de paradas,
despejes, estiradas y acrobacias del que fue guardameta internacional del
Sevilla F. C. Guillermo Eizaguirre. Yo no alcancé a ver jugar a Eizaguirre y si
sé que se trata de él es porque por detrás de uno de los dibujitos, no mayor
cada uno que un sello de correos apaisado, aparece escrito con lápiz
“Eizaguirre Guillermo”.
Esos cuatro “estudios de movimiento” confirman el remoquete de “el ángel volador”, que se le dio en su época. Es probable que los apuntes los tomara en el campo, en el viejo campo de Nervión, un tío mío que era pintor. Guillermo Eizaguirre era hijo del magistrado don Eugenio Eizaguirre y Pozzi, oriundo de las Provincias Vascongadas, destinado en Sevilla como Presidente de la Audiencia y segundo entrenador en orden cronológico del Sevilla F. C., en cuyo equipo infantil se inició su hijo Guillermo. En ese equipo infantil coincidió con Leoncito, medio izquierda que acabaría su carrera en el Real Madrid. En lo que don Eugenio no logró hacer carrera con su hijo fue en los estudios jurídicos. Las aulas le venían estrechas para sus célebres estiradas
.
Esos cuatro “estudios de movimiento” confirman el remoquete de “el ángel volador”, que se le dio en su época. Es probable que los apuntes los tomara en el campo, en el viejo campo de Nervión, un tío mío que era pintor. Guillermo Eizaguirre era hijo del magistrado don Eugenio Eizaguirre y Pozzi, oriundo de las Provincias Vascongadas, destinado en Sevilla como Presidente de la Audiencia y segundo entrenador en orden cronológico del Sevilla F. C., en cuyo equipo infantil se inició su hijo Guillermo. En ese equipo infantil coincidió con Leoncito, medio izquierda que acabaría su carrera en el Real Madrid. En lo que don Eugenio no logró hacer carrera con su hijo fue en los estudios jurídicos. Las aulas le venían estrechas para sus célebres estiradas
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Eizaguirre fue varias veces internacional, en una época además en que el
rey de los porteros se llamaba Ricardo Zamora. Hablar de unos futbolistas a los que no se ha
visto jugar es como hablar de toreros a los que no se ha visto torear, máxime
si pertenecen a una época en que el deporte o los toros no se quedaban como
ahora con la parte del león de los documentales. Yo a Zamora lo he visto, pero
en el banquillo de los entrenadores, cuando lo era del Atlético Aviación o del
Español, como he visto a Pasarín o a Meana, uno de los héroes de Amberes, pero
tan tarde como a inicios de los 90 aún me hablaba un vejete vienés, dueño de
una tienda de pantalones, del Elfmeter (el penalty) que él vio
parar a Zamora en la Viena de 1934.
(Ricardo Zamora y Guillermo Eizaguirre)
Precisamente contra Austria, dos años más tarde, en enero de 1936, jugó Eizaguirre su último partido con la selección y no debió de tener una buena tarde, porque encajó nada menos que cinco tantos. Mal empezaba el año aquel para España y para Eizaguirre en particular, porque sería aquélla su última temporada por obvias razones que nada tenían que ver con el deporte.
(Ricardo Zamora y Guillermo Eizaguirre)
Precisamente contra Austria, dos años más tarde, en enero de 1936, jugó Eizaguirre su último partido con la selección y no debió de tener una buena tarde, porque encajó nada menos que cinco tantos. Mal empezaba el año aquel para España y para Eizaguirre en particular, porque sería aquélla su última temporada por obvias razones que nada tenían que ver con el deporte.
Puede decirse que la carrera deportiva de Eizaguirre culminó en 1935,
año en que debutó en la selección contra Portugal y fue el artífice del triunfo
español frente a Alemania en Colonia.
Ese año de 1935 fue especialmente feliz para el fútbol sevillano, pues
la Liga la ganó el Betis Balompié y la Copa el Sevilla F.C., cuyo equipo amateur
ganó también el campeonato nacional de su categoría. El trío defensivo del Sevilla no podía sonar
más vasco: Eizaguirre, Euskalduna y Deva.
Los dos defensas eran además naturales de las Vascongadas. Eizaguirre en todo caso era lo que luego se llamaría “oriundo”, como lo era el delantero Torrontegui, futuro integrante de la delantera stuka. En cambio, los vascos del Betis lo eran de “pata negra”: Urquiaga, Larrinoa, Lecue, Unamuno… A Lecue se lo llevaría el Real Madrid después de la guerra, y Unamuno acabó su carrera en el Atlético de Bilbao, donde cedió el puesto primero a un tal Duque y luego nada menos que a Zarra. El nombre de Zarra va unido al de Eizaguirre, nombrado seleccionador nacional, en el célebre campeonato mundial del Brasil de 1950.
Los dos defensas eran además naturales de las Vascongadas. Eizaguirre en todo caso era lo que luego se llamaría “oriundo”, como lo era el delantero Torrontegui, futuro integrante de la delantera stuka. En cambio, los vascos del Betis lo eran de “pata negra”: Urquiaga, Larrinoa, Lecue, Unamuno… A Lecue se lo llevaría el Real Madrid después de la guerra, y Unamuno acabó su carrera en el Atlético de Bilbao, donde cedió el puesto primero a un tal Duque y luego nada menos que a Zarra. El nombre de Zarra va unido al de Eizaguirre, nombrado seleccionador nacional, en el célebre campeonato mundial del Brasil de 1950.
Guillermo Eizaguirre fue uno de los jugadores cuya carrera truncó la
guerra civil. Al terminar la contienda
volvieron a jugar, y en el equipo nacional algunos, hombres como Campanal,
Torrontegui, Gorostiza, Herrerita, Elícegui, Escolá, etc. etc. Otros, como Lángara, Iraragorri, los
Regueiro, siguieron haciéndolo en Hispanoamérica. El caso de Eizaguirre fue
especial. El 18 de julio se echó a la calle y gracias a él y a muchos como él
triunfó en Sevilla el alzamiento nacional.
La guerra la hizo en las filas de la Legión, en las que llegó a capitán.
Terminada la contienda, permaneció en Madrid y decidió seguir en el Ejército y de
ser posible, volver a jugar al fútbol. Podría haber jugado en cualquiera de los
dos equipos madrileños, pero el presidente del Sevilla F.C., don Ramón Sánchez
Pizjuán, le negó la libertad de hacerlo. Es decir, que quien acabó con
Eizaguirre como guardameta no fue la guerra, sino Sánchez Pizjuán. Más suerte que él tuvo otro gran
guardameta, y eso que hizo la guerra, o
la pasó, en el bando vencido: el catalán Martorell, que pudo simultanear su
profesión de médico con la defensa del marco de su equipo, el Español de
Barcelona, y de la selección nacional.
¿Sánchez Pizjuan no le dejó jugar más? Vaya, que poderoso y malo era don Ramòn. Seguro que es usted verdolaga. Con todo, interensantísimo.
ResponderEliminarLeí una vez un bello texto referente a la nostalgia de lo no vivido. ¿Acaso con la imaginación no hemos visto poner banderillas a Fuentes, regatear a Matthias Sindelar en Viena o pasear por la victoriana Inglaterra con Mr. Pickwick?
ResponderEliminarUn saludo
Debo la información a un directivo del Sevilla C. de F., don José Acedo Castilla
ResponderEliminarDel Sevilla Fútbol Club
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