Más "extravagancias"

Reeditadas sus "Crónicas extravagantes"

Aquilino Duque: vuelve un apestado con la cabeza alta… y sin vacunar


Pedro Fernández Barbadillo
El Manifiesto

Hay fuegos que por mucha tierra que se les eche encima siguen ardiendo. Lo mismo les ocurre a algunos escritores: por mucho insulto y mucho silencio que caiga sobre ellos, sus libros siguen gustando. Aquilino Duque es uno de éstos. Por su sinceridad y honradez ha pasado de ser uno de los escritores más premiados en los años 70 a convertirse en un apestado.






Aquilino Duque suele decir que a él siempre le han censurado los mismos, tanto en el franquismo como en la democracia actual. Pero, ¿existe censura hoy, “a estas alturas del siglo XXI”?, preguntará entre asombrado e indignado algún ciudadano feliz, convencido de ser el jefe de los gobernantes. Pues sí. Antes los censores prohibían que un libro se publicase; los censores de ahora, en ocasiones con los mismos apellidos, entierran el libro bajo el silencio o al autor bajo la difamación, de modo que ningún librero se atreva a pedirlo y ningún editor a editarlo.

La editorial Encuentro acaba de reeditar un libro de viajes escrito por Duque. Crónicas extravagantes salió a las librerías por primera vez en 1996, editado por el Servicio Editorial de la Universidad de Sevilla (ahora hay dos: la de toda la vida y la nueva, llamada Pablo Olavide; más enchufes y menos alumnos). Inmediatamente, las fuerzas de la cultura y del progreso, que le tenían ganas a Aquilino Duque, comenzaron una campaña de difamación en la que se le acusaba de… “racista”.

Ciertamente, la situación de la cultura es mala. Los matones siguen como dueños del pueblo. Por fortuna, los vecinos empiezan a protestar y se atreven a leer a otros autores diferentes de los impuestos por el premio Planeta y el Bobelia. En 1996, Duque fue linchado sin que apenas varias personas salieran en su defensa; hoy, si los cuatreros quisieran repetir su delito, se encontrarían a más gente en contra.

Desde luego, la ironía y el sarcasmo de Duque molestan a la misma gente que se escandaliza cuando oye, por ejemplo, que la Monarquía española proviene de la voluntad de Franco. Así, los comentarios del autor sobre el sida, la veneración de los regímenes comunistas por los burgueses occidentales, la movida y la tribu intelectual escandalizaron a los dogmáticos de la libertad de expresión, la transición… dentro de un orden, el fijado por El País.
El libro contiene las crónicas de viajes del autor desde principios de los años 80 y en ellas aparecen desde las calles de Bilbao y Manila hasta los salones y los cafés de Roma y Sevilla, con sus pintadas y sus tertulianos. En ese tiempo la degradación de las costumbres, de los modales y de la inteligencia es asombrosa y nos causa vértigo pensar qué veremos dentro de diez años.

Al comparar a Estados Unidos con España, Aquilino Duque escribe lo siguiente: “entre nosotros el héroe es siempre el bandido, mientras que entre ellos el héroe era el sheriff, y cuando el pueblo norteamericano se tomaba la justicia por su mano era para darle su merecido al forajido, nunca, como entre nosotros –y ahí está nuestro teatro clásico– para ajustarle las cuentas al representante de la ley, al agente de la autoridad […], y todavía hay quien se pregunta por qué entre ellos funciona la democracia y entre nosotros no”.

No hay más que añadir.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Comentarios

  1. Bien por Fernández Barbadillo.

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  2. Quiero leer ese libro. Si linchan a Aquilino, es que el libro vale la pena. Yo siempre he coincidido con él en eso de que es una desgracia que en España el bandolero sea un héroe.

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